Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

LA ENFERMEDAD

De Bajo el signo de Marte de Fritz Zorn, de Adolf Muschg, p. 185 (Anagrama)
Casi contemporáneamente con esta evolución comenzó a desarrollarse un tumor en mi cuello. Al principio no me causaba molestias porque no me dolía y yo no sospeché que fuera nada malo. Jamás se me ocurrió que pudiese ser un cáncer, y como el tumor se negaba a desaparecer y cada vez se agrandaba más, lo hice examinar por los médicos sin imaginar que iban a descubrir algo muy grave. Todavía no tenía la menor idea de cuál era mi estado real. Por una parte era muy ignorante en todo lo que a medicina se refiere y por otra, según mi vieja costumbre, no quería admitir que podía estar realmente muy mal. Aunque todavía no sabía que tenía cáncer, yo hacía, intuitivamente, el diagnóstico correcto, porque según mi parecer el tumor estaba formado por «lágrimas tragadas». Con lo que quería significar, más o menos, que todas las lágrimas que no había llorado y no había querido llorar durante mi vida se habían amontonado en mi cuello y habían formado ese tumor porque no habían podido cumplir con su verdadero destino: el de ser lloradas. Desde un punto de vista estrictamente médico, ese diagnóstico con ribetes poéticos no era, evidentemente, exacto; pero, aplicado a mi persona en general, decía la verdad: todos los sufrimientos acumulados que yo me había tragado durante años no se dejaban ya comprimir en mi interior; la presión excesiva los hizo explotar, y esa explosión destruyó el cuerpo.

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