Pero bajo la máscara tiene que haber otra máscara...; y otra y otra, hasta encontrar el fondo del asunto, de lo absurdo, de ese siniestro que se nos muestra y nos soslaya y nos derrota.
La historia es bonita: el niño, los niños, los juegos, el conductor, foto de la chica, la chica. Los juegos. Pero no sé porqué, hay algo que s eme escapa y que me hace la historia tan siniestra como me parecen todas las historias de JDS últimamente, no sé que pasa. Aunque es seguro que el horror está en quien mira, no en lo mirado.
Las dos capas –o más- del cuento podrían separarse, para que ... pudiese existir sólo, pero así no sería más que pulp fiction; desde luego no algo digno del New Yorker.
camino:
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