Te quiero más que a la salvación de mi alma
CARVERIANA
De principiantes, de Raymond Carver, p.270-271
-¿Qué sabemos cualquiera de nosotros del amor? —dijo Herb—. Y lo estoy diciendo completamente en serio, si me perdonáis la franqueza. Porque me da la impresión de que, en el amor, no somos más que unos completos principiantes. Decimos que nos amamos, y nos amamos, no lo dudo. Nos amamos y nos amamos con intensidad, todos nosotros. Yo amo a Terri y Terri me ama a mí, y vosotros también os amáis. Ya sabéis a qué clase de amor me estoy refiriendo ahora. Al amor sexual, a esa atracción que ejerce sobre ti la otra persona, tu pareja, y también a ese amor normal y corriente, de todos los días, el amor hacia el ser de la otra persona, el amor de estar con ella, las pequeñas cosas que hacen el amor cotidiano. El amor carnal, pues, y el amor... llamémoslo sentimental, el amoroso cuidado del otro en el día a día. Pero a veces me cuesta explicar el hecho de que también debí de amar a mi primera mujer. Pero la amé, sé que la amé. Así que imagino que antes de que podáis decirme nada, habré de decir que soy igual que Terri a ese respecto. Terri y Carl... —Pensó en ello unos segundos y luego prosiguió—: Pero en un tiempo creí que amaba a mi primera mujer más que a la vida misma, y tuvimos hijos juntos. Pero ahora la odio con todas mis fuerzas. De verdad. ¿Cómo se explica eso? ¿Qué fue de ese amor? ¿Simplemente se borró del gran tablón, como si nunca hubiera estado en él, como si nunca hubiera sucedido? Lo que fue de él es lo que yo querría saber. Me gustaría que alguien pudiera decírmelo. Luego está Carl. De acuerdo, volvemos a Carl. Amaba tanto a Terri que trató de matarla y acabó matándose a sí mismo. —Dejó de hablar, y sacudió la cabeza—. Vosotros dos lleváis juntos dieciocho meses, y os amáis, se os nota en todo, sencillamente resplandecéis de amor, pero también amasteis a otras personas antes de encontraros. Los dos habéis estado casados antes, como nosotros, Y probablemente amasteis a otra gente antes de eso. Terri y yo llevamos juntos cinco años, y casados cuatro. Y lo terrible, lo terrible (aunque también lo bueno), la gracia que nos salva, podríamos decir, es que si algo nos pasara a alguno de nosotros, y perdonadme que lo diga, si algo nos sucediera a alguno de nosotros mañana, creo que el otro, el otro miembro de la pareja, guardaría duelo durante un tiempo, claro, pero el superviviente seguirá con su vida y volverá a amar, encontrará a alguien muy pronto, y todo ese..., todo ese amor..., Dios, ¿cómo hacernos a la idea?, no acabará siendo sino un recuerdo, Y puede que ni siquiera un recuerdo.
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