Del Prólogo a Nueva York, de Henry James, p.24; sobre Impresiones de una prima
La narradora es una pintora recién regresada de Italia que durante las primeras páginas se queja recurrentemente de que no hay nada que pintar en la ciudad, ni siquiera a la gente. «,Qué gente? ¿La de la Quinta Avenida? Esos tienen aún menos encanto que sus casas, y no me parece que los de la Sexta sean mejores, ni los de la Cuarta, la Tercera, la Séptima o la Octava. ¡Dios Santo! ¡Qué nombres! La ciudad de Nueva York es como una larga suma y sus calles son como columnas de números. ¡Vaya sitio que he elegido para vivir! ¡Yo, que odio la aritmética!»
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