De Intrusos y huéspedes, de Luis Magrinyá, p. 124
Ya se sabe lo guapos que están los niños mientras duermen, pero esta célebre observación no es expresión de un alivio trivial, sino de una fatal melancolía Es sólo una fórmula invertida para expresar lo poco guapos que están cuando están despiertos, es decir, para expresar el deseo de que, en efecto, no estén despiertos. Yo añoro a Andrés porque no está; si estuviera seguramente preferiría que no estuviera (eso es lo que prefería cuando estaba aquí). Los hijos tienen mucha suerte de estar dormidos o de no estar de vez en cuando; así se les quiere más. La añoranza es real; el deseo de que se ausenten, de deshacernos de ellos, también.
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