Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

CESARE PAVESE


Cuentos completos, Piglia, p. 144

Esa misma tarde una amiga de Pavese, Bona, lo encontró por casualidad en la via Po. Estaban en plena feria de agosto, la ciudad vacía, como ahora. Con la mirada ardiente, Pavese   caminaba a grandes pasos y parecía afiebrado. Bona tuvo que seguirlo hasta el cercano café Florio. Estaba enamorado de una actriz norteamericana y ella lo había abandonado. No podía dejar de pensar en esa mujer. La veía en todos lados. Pavese le dijo que estaba en Turín de incógnito, que quería descansar, nadie tenía que saber que lo había visto. Estuvo firme y sosegado, implacable y exacto. Fueron luego a cenar a una cervecería a la orilla del Po. Charlaron con serenidad, de cosas sin importancia. De pronto, mirando el agua oscura del río, observó que no le habría gustado ahogarse. «Mejor el veneno”, dijo. Se separaron hacia medianoche.

Luego, presumiblemente, Pavese había estado rondando la ciudad vacía hasta que al fin había vuelto a subir al hotel tarde en la noche. El recepcionista lo había visto entrar y Pavese le había pedido que no lo molestaran. La luz estuvo encendida toda la noche. A la madrugada del 18 de agosto, escribió la última página de su Diario.

Lo que tememos más secretamente siempre ocurre. Escribo: oh, tú, ten piedad ¿Y luego? Basta un poco de coraje. Cuanto más determinado y preciso el dolor, más se debate el imtinto de vida, y cae la idea del suicidio. Al pensar en ello, parecía fácil. Sin embargo mujeres frágiles lo han hecho. Se requiere humildad, no orgullo. Todo esto da asco. Basta de palabras. Un gesto. No escribiré más.

El Diario terminaba ahí. Todo estaba decidido.

Y sin embargo Pavese pasó una semana antes de matarse. Se suicidó recién el sábado 26 de agosto. Renzi estaba conmovido con esos días finales. Pavese solo en la ciudad vacía. Busca la  fuerza para matarse. Qué hizo. Vivió todavía ocho días más, aunque para sí mismo ya era un muerto. El condenado. El muerto vivo.


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