Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

1.156. LOS CUERPOS PARTIDOS / ALEX CHICO


La única persona que podría acabar de explicarme lo que sucedió no tiene memoria. Se encuentra ahora en una residencia del barrio de la Bordeta, en las últimas calles del sur de Barcelona. Un poco más abajo, la ciudad cambia de nombre y todos los edificios a uno y otro lado se sitúan en puntos limítrofes, como si fueran los encargados de marcar una frontera y no supieran exactamente a qué lugar pertenecen. En cierta forma, están en tierra de nadie.

Los ancianos que se alojan en la residencia también se encuentran en un territorio intermedio, justo en la línea que separa la vida y la muerte. Prolongan su existencia a duras penas, por inercia. Aunque haya algunos que se mantengan en pie y puedan caminar por cuenta propia, la mayoría pasa el dia entero sentado en las butacas de la sala o durmiendo en la habitación. Casi siempre tienen la televisión encendida, pero dudo mucho que sepan exactamente lo que sucede en la pantalla. Les alivia escuchar una voz de fondo, como un eco lejano que les hiciera pensar que aún no están solos. Dirigen sus ojos hacia el televisor, absortos, ladeando la cabeza hacia abajo, con los párpados tan pesados que siempre parecen a punto de precipitarse en un nuevo sueño.

Miran sin ver nada. A veces hablan, pero sus frases son inconexas, vagas, como si hubieran aprendido un idioma distinto al heredado. Más que un idioma, lo que les queda es el desecho de un lenguaje, los coletazos de una lengua casi extinguida.


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