Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

VANESSA BELL

Momentos de vida, Virginia Woolf, p. 21
A Vanessa y a mí, estas conversaciones nos producían, probablemente, el mismo placer que experimentan los estudiantes universitarios cuando hacen amigos por primera vez. En el mundo de los Booth y de los Maxse no se nos pedía que utilizáramos gran cosa nuestro cerebro. Aquí, sólo el cerebro empleábamos. Parte del encanto de aquellas veladas del jueves radicaba en que eran pasmosamente abstractas. No se trataba solamente de que Principia Ethica de Moore nos hubiera impulsado a todos a hablar de filosofía, arte, religión, sino de que el ambiente -a pesar de que Hawtrey no aceptara esta palabra- era en extremo abstracto. Los muchachos a quienes he mencionado carecían en absoluto de "modales", en el sentido que a esta palabra se daba en Hyde Park Gate. Sometían a crítica nuestras argumentaciones con la misma severidad que las suyas. No parecían darse cuenta de la manera en que íbamos vestidas o de si nuestro aspecto era agradable o no. Aquella tremenda carga de la apariencia que George había puesto sobre nosotras en nuestros primeros años había desaparecido. Una ya no tenía que soportar aquella terrible inquisición, después de una fiesta, y escuchar palabras tales como "estabas linda". O "estabas vulgar". O "realmente tienes que aprender a peinarte". O "esfuérzate en no presentar ese aspecto de aburrimiento cuando bailas". O "hiciste una conquista" o "verdaderamente, has fracasado".

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