Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

DE LA BENEVOLENCIA DIVINA

El puente en la selva, B. Traven
De un fino alambre atado a uno de los palos del techo colgaba una banasta. Contenía las escasas provisiones de la familia: dos cucuruchos de azúcar morena sin refinar, unas onzas de café en grano envueltas en un papel grasiento, una libra de arroz del más corriente, unas cuantas libras de frijoles, y media docena de chiles verdes y rojos. Había dos botellas atadas a la banasta. En una de ellas había sal gorda con aspecto de estar rancia y sucia. Un tercio de la otra botella contenía manteca, que en estas regiones no se endurece nunca, y hay que guardarla en botellas. Si se guardara en vasijas abiertas, en seguida se llenaría de hormigas ahogadas en ella. Como en el resto de los hogares, la banasta estaba colgada en alto para proteger su contenido de ratas y ratones. Pero las ratas de esta región eran excelentes acróbatas y se descolgaban desde el techo de palma por el fino alambre sin dificultad, robando, por supuesto, las provisiones.

Dios, en su infinita sabiduría, ha hecho el mundo de tal manera que nadie es tan pobre que no pueda otro robarle, y nadie es tan fuerte que no pueda otro matarle.

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