Te quiero más que a la salvación de mi alma
LA CORUÑA Y BOLAÑO
De Los sinsabores del verdadero policía, de Roberto Bolaño, p. 31
En cierta ocasión, recordaba Amalfitano, al salir de un cine Padilla le confesó que pensaba hacer una película en un futuro no muy lejano. La película se llamaría Leopardi y según Padilla iba a ser una biopic al estilo de Hollywood sobre el famoso y multidisciplinar poeta italiano. Como aquella que hizo John Huston sobre Toulouse-Lautrec. La película de Padilla, sin embargo, al no contar con un gran presupuesto (en realidad no contaba con ningún presupuesto) limitaría los papeles principales no a grandes actores sino a colegas escritores, los cuales trabajarían por amor al arte en general, por amor al gobbo en particular o simplemente por figurar. El papel de Leopardi estaba reservado para un joven poeta de La Coruña adicto a la heroína cuyo nombre Amalfitano había olvidado. El papel de Antonio Ranieri Padilla lo tenía reservado para sí mismo. Es el más interesante de todos, adujo. El conde Monaldo Leopardi lo iba a personificar Vargas Llosa, a quien el papel, con un poco más de sombra en la cara y algo de talco, le iba como anillo al dedo. Paolina Leopardi era para Blanca Andreu. Carlo Leopardi, para Enrique Vila-Matas.
En cierta ocasión, recordaba Amalfitano, al salir de un cine Padilla le confesó que pensaba hacer una película en un futuro no muy lejano. La película se llamaría Leopardi y según Padilla iba a ser una biopic al estilo de Hollywood sobre el famoso y multidisciplinar poeta italiano. Como aquella que hizo John Huston sobre Toulouse-Lautrec. La película de Padilla, sin embargo, al no contar con un gran presupuesto (en realidad no contaba con ningún presupuesto) limitaría los papeles principales no a grandes actores sino a colegas escritores, los cuales trabajarían por amor al arte en general, por amor al gobbo en particular o simplemente por figurar. El papel de Leopardi estaba reservado para un joven poeta de La Coruña adicto a la heroína cuyo nombre Amalfitano había olvidado. El papel de Antonio Ranieri Padilla lo tenía reservado para sí mismo. Es el más interesante de todos, adujo. El conde Monaldo Leopardi lo iba a personificar Vargas Llosa, a quien el papel, con un poco más de sombra en la cara y algo de talco, le iba como anillo al dedo. Paolina Leopardi era para Blanca Andreu. Carlo Leopardi, para Enrique Vila-Matas.
INCIPIT 241. UN HOMBRE QUE DUERME / GEORGES PEREC
Apenas cierras los ojos, la aventura del sueño comienza. A la penumbra conocida de la buhardilla, volumen oscuro cortado por detalles, donde tu memoria identifica sin esfuerzo los caminos que has recorrido mil veces, trazándolos de nuevo a partir del cuadrado opaco de la ventana, resucitando el lavabo a partir de un reflejo, la estantería a partir de la sombra un poco más clara de un libro, precisando la masa más negra de la ropa colgada, sucede, tras un cierto tiempo, un espacio bidimensional, como un cuadro sin límites ciertos que formara un ángulo muy pequeño con el plano de tus ojos, como si reposase, no del todo perpendicularmente, sobre el puente de tu nariz, cuadro que, en principio, puede parecerte uniformemente gris, o más bien neutro, sin colores ni formas, pero que, rápidamente
II
INCIPIT 240. NEW YORK / HENRY JAMES
John Lennox se comprometió con miss Manan Everett, de Nueva York, el pasado verano durante una estancia de seis semanas en Newport. Mr. Lennox era viudo, no tenía hijos y gozaba de una posición acomodada. Tenía treinta y cinco años, una apariencia bastante distinguida, una educación excelente, una extraordinaria y sólida formación, unas costumbres irreprochables y un carácter que se suponía que había sido puesto a prueba y salido del paso con soltura durante el breve período de su anterior matrimonio. Consideradas todas estas cosas, se pensaba que miss Everett había realizado un buen compromiso y que aquel trato no era, desde luego, algo fácilmente rechazable.
Aunque también miss Everett era, por su parte, una joven dama muy deseable para el matrimonio. La hermosa miss Everett... así se la llamaba para distinguirla de algunas de sus primas de menos encanto con las que, debido a que era huérfana de madre y no tenía más hermanas, se había visto obligada a compartir casi todo, y cabe suponer que el apodo redundaba más en su propía satisfacción, que en la de aquellas otras jovencitas excelentes.
Marían Everett no tenía un centavo, pero poseía la riqueza de todos los encantos que puede desear una mujer. Era, sin discusión y en el entorno en el que vivía y se movía, la joven más encantadora de todas. Ni siquiera la superaban ciertas mujeres mayores que ella, de más experiencia y calibre, que podían actuar con más libertad de movimientos gracias a su condición de mujeres casadas. A pesar de intentar emular los comportamientos de aquellas mujeres, esa especie de hermanas mayores a quienes habían dado toda su libertad, miss
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CONRADIANA
De El sueño del celta de Vargas Llosa, p.76-77
¿Qué lo había afectado tanto? ¿Descubrir que prácticas muy primitivas como la antropofagia tenían aún vigencia en algunas comunidades? ¿Que en las tribus y en los puestos comerciales todavía circulaban esclavos que cambiaban de amo por unos cuantos francos? ¿Que los supuestos libertadores sometían a los congoleses a formas todavía más crueles de opresión y servidumbre? ¿Lo había abrumado el espectáculo de las espaldas de los nativos rajadas por los chicotazos? ¿Que, por primera vez en su vida, vio a un blanco azotar a un negro hasta dejarle el cuerpo convertido en un crucigrama de heridas? No le pidió precisiones, pero, sin duda, el capitán de Le Roi des Beiges había sido testigo de cosas terribles, cuando acababa de renunciar a los tres años de contrato que tenía a fin de regresar cuanto antes a Inglaterra. Adems, le contó a Roger que en Leopoidville-Kinshasa, a su vuelta de Stanley Falis, tuvo una violenta disputa con el director de la Sociedad Anónima Belga para el Comercio con el Alto Congo, Camille Delcommune, a quien llamó «bárbaro con chaleco y sombrero». Ahora quería volver a la civilización, lo que para él quería decir Inglaterra.
—Has leído El corazón de las tinieblas? —preguntó Roger a Alice—. ¿Crees que es justa esa visión del ser humano?
—Supongo que no lo es —repuso la historiadora—. Lo discutimos mucho un martes, cuando apareció. Esa novela es una parábola según la cual Africa vuelve bárbaros a los civilizados europeos que van allá. Tu Informe sobre el Congo mostró lo contrario, más bien. Que fuimos los europeos los que llevamos allá las peores barbaries. Además, tú estuviste veinte años en el África sin volverte un salvaje. Incluso, volviste más civilizado de lo que eras cuando saliste de aquí creyendo en las virtudes del colonialismo y del Imperio.
—Conrad decía que, en el Congo, la corrupción moral del ser humano salía a la superficie. La de blancos y negros. A mí, El corazón de las tinieblas me desveló muchas veces. Yo creo que no describe el Congo, ni la realidad, ni la historia, sino el infierno. El Congo es un pretexto para expresar esa visión atroz que tienen ciertos católicos del mal absoluto.
¿Qué lo había afectado tanto? ¿Descubrir que prácticas muy primitivas como la antropofagia tenían aún vigencia en algunas comunidades? ¿Que en las tribus y en los puestos comerciales todavía circulaban esclavos que cambiaban de amo por unos cuantos francos? ¿Que los supuestos libertadores sometían a los congoleses a formas todavía más crueles de opresión y servidumbre? ¿Lo había abrumado el espectáculo de las espaldas de los nativos rajadas por los chicotazos? ¿Que, por primera vez en su vida, vio a un blanco azotar a un negro hasta dejarle el cuerpo convertido en un crucigrama de heridas? No le pidió precisiones, pero, sin duda, el capitán de Le Roi des Beiges había sido testigo de cosas terribles, cuando acababa de renunciar a los tres años de contrato que tenía a fin de regresar cuanto antes a Inglaterra. Adems, le contó a Roger que en Leopoidville-Kinshasa, a su vuelta de Stanley Falis, tuvo una violenta disputa con el director de la Sociedad Anónima Belga para el Comercio con el Alto Congo, Camille Delcommune, a quien llamó «bárbaro con chaleco y sombrero». Ahora quería volver a la civilización, lo que para él quería decir Inglaterra.
—Has leído El corazón de las tinieblas? —preguntó Roger a Alice—. ¿Crees que es justa esa visión del ser humano?
—Supongo que no lo es —repuso la historiadora—. Lo discutimos mucho un martes, cuando apareció. Esa novela es una parábola según la cual Africa vuelve bárbaros a los civilizados europeos que van allá. Tu Informe sobre el Congo mostró lo contrario, más bien. Que fuimos los europeos los que llevamos allá las peores barbaries. Además, tú estuviste veinte años en el África sin volverte un salvaje. Incluso, volviste más civilizado de lo que eras cuando saliste de aquí creyendo en las virtudes del colonialismo y del Imperio.
—Conrad decía que, en el Congo, la corrupción moral del ser humano salía a la superficie. La de blancos y negros. A mí, El corazón de las tinieblas me desveló muchas veces. Yo creo que no describe el Congo, ni la realidad, ni la historia, sino el infierno. El Congo es un pretexto para expresar esa visión atroz que tienen ciertos católicos del mal absoluto.
FELIZ TAYLOR
Elizabeth Taylor, hospitalizada por problemas cardíacos
La actriz ya fue operada en 2009 de una fuga en una válvula del corazón
La actriz Elizabeth Taylor, de 78 años y que padece problemas cardíacos desde hace años , ha ingresado en el centro médico Cedars-Sinai de Los Angeles, donde se encuentra bajo observación aquejada de problemas cardíacos, según informa la edición digital de People .
La misteriosa hospitalización de Elizabeth Taylor
Según su representante la nueva hospitalización de la ganadora de dos Oscar por ¿Quién teme a Virginia Woolf? y Una mujer marcada, pues ya fue operada en 2009 de una fuga en una válvula cardíaca, respondió a "una condición [física] recurrente".
"Este asunto está siendo tratado. Actualmente se está quedando en el hospital bajo observación", dijo el agente al tiempo que pidió respeto hacia su intimidad para que el equipo médico tenga "el tiempo y el espacio para centrarse en recuperar su salud".
Además de sufrir de diversas neumonías durante su vida, Taylor ha superado en los últimos años problemas de espalda, diversas operaciones de cadera e, incluso, un tumor benigno en el cerebro que le fue extirpado en 1997.
INCIPIT 293. LOS SINSABORES DEL VERDADERO POLICIA / ROBERTO BOLAÑO
Para Padilla, recordaba Amalfitano, existía literatura heterosexual. homosexual y bisexual. Las novelas, generalmente, eran heterosexuales. La poesía, en cambio, era absolutamente homosexual. Dentro del inmenso océano de ésta distinguía varias corrientes: maricones, maricas, mariquitas, locas, bujarrones, mariposas, ninfos y filenos. Las dos corrientes mayores, sin embargo, eran la de los maricones y la de Los maricas. Walt Whitman, por ejemplo, era un poeta maricón. Pablo Neruda, un poeta marica. William Blake era maricón, sin asomo de duda, y Octavio Paz marica. Borges era fileno, es decir de improviso podía ser maricón y de improviso simplemente asexual. Rubén Darío era una loca, de hecho la reina y el paradigma de las locas (en nuestra lengua, claro está; en el mundo ancho y ajeno el paradigma seguía siendo Verlaine el Generoso). Una loca, según Padilla, estaba más cerca del manicomio florido y de las alucinaciones en carne viva mientras que los maricones y los maricas vagaban sincopadamente de la Etica a la Estética y viceversa. Cernuda, el querido Cernuda, era un ninfo y en ocasiones de gran amargura un poeta maricón, mientras que Guillén, Aleixandre y Alberti po-
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ZSA ZSA GABOR
El marido de Zsa Zsa Gabor, hospitalizado en el mismo centro que ella
El séptimo esposo de la actriz de 93 años sufrió un desmayo en el ascensor durante una visita a su mujer
Zsa Zsa Gabor fue intervenida el viernes en el centro médico Ronald Reagan.
Una empresa de ataúdes pretende regalar un féretro de oro a Zsa Zsa Gabor
No corren buenos tiempos para la actriz Zsa Zsa Gabor y para su marido Prince Frederic von Anhalt. La legendaria actriz no ha parado de salir y entrar de urgencias en los últimos meses. Y ahora su marido ha sido también ingresado en el mismo centro hospitalario, el hospital Ronald Reagan UCLA, en el que se encuentra ella tras sufrir un desmayo en el ascensor durante una visita a la actriz.
Según el representante de la pareja, John Blanchette, el séptimo marido de Gabor se pasó todo el día en observación, pero eso sí, en una habitación diferente a la de su esposa, de 93 años.
Este es el último traspié del matrimonio después de que Zsa Zsa, a quien amputaron parte de la pierna derecha el mes pasado, por una incipiente gangrena, fue ingresada otra vez de urgencia a principios de esta semana.
Después de sufrir dos embolias y una operación de cadera el pasado mes de julio, la actriz no ha parado de entrar y salir cada dos por tres del hospital. De hecho, es tal la gravedad del asunto, que en noviembre llegaron a darle la extrema unción.
INCIPIT 292. DE QUE HABLAMOS CUANDO HABLAMOS DEL AMOR / RAYMOND CARVER
POR QUE NO BAILÁIS?
Se sirvió otra copa en la cocina y miró los muebles del dormitorio que estaban en la parte delantera del jardín. El colchón estaba desnudo, y las sábanas de franjas color pastel yacían al lado de dos almohadas que había sobre el chifonier, Salvo en eso, las cosas tenían un aspecto muy parecido al que habían tenido en el dormitorio: mesilla de noche y lámpara de lectura en su lado de la cama; mesilla de noche y lámpara de lectura en el lado de ella.
Su lado, el lado de ella.
Pensó en ello mientras bebía a sorbos el whisky. El chifonier estaba a unos pasos del pie de la cama. Había vaciado los cajones y había metido su contenido en cajas de cartón aquella misma mañana, y las cajas estaban en el salón. Junto al chifonier había una estufa portátil, y al pie de la cama había una silla de ratán con un cojín de diseño. Los muebles de aluminio bruñido de la cocina ocupaban parte del camino de entrada. Un desmesurado mantel de muselina amarilla —un regalo— cubría la mesa y colgaba por los cuatro costados. Un helecho con su maceta descansaba sobre la mesa, al lado de la caja de la vajilla de plata —otro regalo—. Había un enorme televisor de consola encima de una mesita, y a poco más de un metro un sofá y una butaca y
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FREUDIANA
De Vía Revolucionaria, de Richard Yates, p.82-83
-Para que luego hablen de decadencia —declaró—: ¿a qué grado de decadencia puede llegar la sociedad? Vamos a ver. Este país es a todas luces la capital psiquiátrica y psicoanalítica del mundo. Ni el propio Freud habría soñado con discípulos más acérrimos que la población de Estados Unidos. ¿No tengo razón? Toda nuestra maldita cultura está enfocada a eso; es la nueva religión, el chupete espiritual e intelectual de todos. Y, a pesar de ello, mirad lo que pasa cuando un tío se chala de verdad. Llaman a la poli, lo hacen desaparecer rápida y sigilosamente ylo encierran para que no despierte al vecindario. Hay que ver, a la hora de la verdad todavía estamos en la Edad Media. Es como si hubiera un tácito acuerdo colectivo de vivir en un estado de autoengaño absoluto. ¡Al cuerno la realidad! Disfrutemos de un montón de bonitas carreteras y de bonitas casas pintadas de blanco y de rosa y de azul cielo; seamos buenos consumidores y que exista una gran uniformidad, y eduquemos a nuestros hijos en un baño de sentimentalismo (papá es un gran hombre porque se gana la vida, y mamá una gran mujer porque ha aguantado a papá todos estos años) y si la realidad aparece un día y nos mete miedo, todos estaremos muy ocupados y haremos ver que no pasa nada.
-Para que luego hablen de decadencia —declaró—: ¿a qué grado de decadencia puede llegar la sociedad? Vamos a ver. Este país es a todas luces la capital psiquiátrica y psicoanalítica del mundo. Ni el propio Freud habría soñado con discípulos más acérrimos que la población de Estados Unidos. ¿No tengo razón? Toda nuestra maldita cultura está enfocada a eso; es la nueva religión, el chupete espiritual e intelectual de todos. Y, a pesar de ello, mirad lo que pasa cuando un tío se chala de verdad. Llaman a la poli, lo hacen desaparecer rápida y sigilosamente ylo encierran para que no despierte al vecindario. Hay que ver, a la hora de la verdad todavía estamos en la Edad Media. Es como si hubiera un tácito acuerdo colectivo de vivir en un estado de autoengaño absoluto. ¡Al cuerno la realidad! Disfrutemos de un montón de bonitas carreteras y de bonitas casas pintadas de blanco y de rosa y de azul cielo; seamos buenos consumidores y que exista una gran uniformidad, y eduquemos a nuestros hijos en un baño de sentimentalismo (papá es un gran hombre porque se gana la vida, y mamá una gran mujer porque ha aguantado a papá todos estos años) y si la realidad aparece un día y nos mete miedo, todos estaremos muy ocupados y haremos ver que no pasa nada.
ZSA ZSA
Zsa Zsa Gabor ingresa en estado grave en un hospital de Los Ángeles
La actriz Zsa Zsa Gabor está grave y en el mismo hospital de Los Ángeles que ha tenido que visitar en numerosas ocasiones en el último año. Hoy volvió a ser ingresada de urgencia después de que empezara a echar sangre por la boca, de acuerdo al testimonio de su octavo marido, el príncipe Frederic von Anhalt, según el portal de internet TMZ.
También confirmó la gravedad del asunto su portavoz, John Blanchette, que dijo que la actriz secundaria, conocida por sus papeles en 'Moulin Rouge' y 'Sed de mal', estaba "escupiendo sangre por la boca".
De acuerdo a TMZ, su marido está junto ella en el hospital UCLA, donde la actriz de 93 años está siendo atendida. Hace un mes aproximadamente, la intérprete de origen húngaro pasó por el mismo centro para que se le amputara parte de una pierna.
Fue la continuación de problemas de salud que la obligaron a ser ingresada —e incluso a pedir la extremaunción— en agosto del año pasado, después de que su marido asegurara que no respondía y que parecía estar inconsciente. La legendaria actriz llevaba varias semanas de visitas en hospital por problemas derivados del grave accidente en el que se fracturó la cadera.
Es la enésima alarma de una mujer con una larga trayectoria en Hollywood, famosa por su constante presencia en películas —aunque siempre como actriz de reparto— y en unas cuantas series de televisión. Además de trabajar a las órdenes de gigantes como John Huston y Orson Welles, tuvo que ver con éxitos televisivos como 'Bonanza' y 'Vacaciones en el mar'.
A la par de su intensa producción en la pequeña y la gran pantalla, Gabor se convirtió en habitual de las revistas del corazón por sus ocho matrimonios, algunos sonados como el de Conrad Hilton, dueño del imperio hotelero. Von Anhalt, el último, es el que más ha durado junto a la actriz húngara, casado con ella desde 1986. Pese a todos sus matrimonios, Gabor solo tuvo una hija, Francesca.
La actriz Zsa Zsa Gabor está grave y en el mismo hospital de Los Ángeles que ha tenido que visitar en numerosas ocasiones en el último año. Hoy volvió a ser ingresada de urgencia después de que empezara a echar sangre por la boca, de acuerdo al testimonio de su octavo marido, el príncipe Frederic von Anhalt, según el portal de internet TMZ.
También confirmó la gravedad del asunto su portavoz, John Blanchette, que dijo que la actriz secundaria, conocida por sus papeles en 'Moulin Rouge' y 'Sed de mal', estaba "escupiendo sangre por la boca".
De acuerdo a TMZ, su marido está junto ella en el hospital UCLA, donde la actriz de 93 años está siendo atendida. Hace un mes aproximadamente, la intérprete de origen húngaro pasó por el mismo centro para que se le amputara parte de una pierna.
Fue la continuación de problemas de salud que la obligaron a ser ingresada —e incluso a pedir la extremaunción— en agosto del año pasado, después de que su marido asegurara que no respondía y que parecía estar inconsciente. La legendaria actriz llevaba varias semanas de visitas en hospital por problemas derivados del grave accidente en el que se fracturó la cadera.
Es la enésima alarma de una mujer con una larga trayectoria en Hollywood, famosa por su constante presencia en películas —aunque siempre como actriz de reparto— y en unas cuantas series de televisión. Además de trabajar a las órdenes de gigantes como John Huston y Orson Welles, tuvo que ver con éxitos televisivos como 'Bonanza' y 'Vacaciones en el mar'.
A la par de su intensa producción en la pequeña y la gran pantalla, Gabor se convirtió en habitual de las revistas del corazón por sus ocho matrimonios, algunos sonados como el de Conrad Hilton, dueño del imperio hotelero. Von Anhalt, el último, es el que más ha durado junto a la actriz húngara, casado con ella desde 1986. Pese a todos sus matrimonios, Gabor solo tuvo una hija, Francesca.
EL FINAL DE SUNSET PARK DE AUSTER
Ojalá pudiera ir al hospital para ver a Alice, pero sabe que no es posible. Ojalá pudiera ir a la cárcel en que han encerrado a Bing, pero sabe que es imposible. Se aprieta el hielo contra la mano hinchada, y mientras la mira, piensa en el soldado sin manos de la película que vio con Alice y Pilar en el invierno, el joven soldado que vuelve a casa de la guerra, incapaz de desnudarse e irse a la cama sin la ayuda de su padre, y tiene la impresión de haberse convertido en ese muchacho, que no puede hacer nada sin que su padre lo ayude, un chico sin manos, un muchacho que no debería tener manos, un chico a quien las manos no han traído sino problemas en la vida, sus coléricas y agresivas manos, esas manos que empujan llenas de furia, y entonces le viene a la memoria el nombre del soldado de la película, Homer, Homer Nosecuántos, como el poeta Homero, que escribió la escena sobre Odiseo y Telémaco, padre e hijo juntos después de tantos años, lo mismo que su padre y él, y el nombre de Homero le hace pensar en el hogar, como en la expresión sin hogar, todos están ahora sin hogar, tal como ha dicho a su padre por teléfono, Alice y Bing son personas sin hogar, y él también, la gente de Florida que vivía en las casas que él limpiaba son personas sin hogar, sólo Pilar tiene hogar, ahora ella es su techo, y de un puñetazo lo ha destruido todo, ya nunca vivirán juntos en Nueva York, ya no hay futuro para ellos, ya no hay esperanza, y aunque ahora huya a Florida para estar a su lado, no habría esperanza para ellos, y si se queda en Nueva York para defenderse en los tribunales, tampoco podrán esperar nada, ha decepcionado a su padre, ha fallado a Pilar, ha defraudado a todo el mundo, y mientras el coche cruza el puente de Brooklyn y contempla los enormes edificios de la otra orilla del East River, piensa en las construcciones perdidas, en los edificios derruidos e incendiados que ya no existen, los inmuebles perdidos y las manos perdidas, y se pregunta si vale la pena tener esperanza en el porvenir cuando no hay futuro, y de ahora en adelante, dice para sí, dejará de tener esperanza en nada y vivirá exclusivamente para hoy mismo, para este momento, este instante fugaz, el ahora que está aquí y ya no está, el momento que se ha ido para siempre.
INCIPIT 291. ILUSTRADO / MIGUEL SYJUCO
Prólogo
«La Pantera ya no acecha entre sombras extranjeras: ha vuelto a casa a descansar. El apropiado epitafio de Crispin Salvador, por petición expresa del difunto, se reduce a su nombre.»
(Fragmento de una necrológica anónima,
The Phiippine Sun, 12 de febrero de 2002)
Cuando su vida, una vida de literatura y exilio, llegó de improviso a término aquella mañana anónima de febrero, el autor daba ya casi por concluido el polémico libro que todos estábamos esperando.
Su cadáver se encontró flotando sobre las aguas del Hudson; un pescador chino lo enganchó con su anzuelo. Los brazos, magullados, los tenía abiertos a un virginal amanecer: como un Cristo, se observó sarcásticamente en un blog de nuestro país. Los calzoncillos, con el elástico raído, y los pantalones Ermenegildo Zegna bajados hasta los tobillos. Había perdido los dos zapatos. Una corona de sangre ornaba su ancha frente, aplastada tal vez por alguna palanca, un pilón del muelle o una placa helada del río.
Aquella tarde, como en un sueño, me planté bajo el frío glacial al otro lado de la cinta policial amarilla que acordonaba la entrada al apartamento del West Village donde había residido mi maestro. Los rumores empezaban ya a circular: el Departamento de Policía de Nueva York había encontrado la casa toda revuelta; agentes vestidos de paisano habían salido de allí cargados con montones de bolsas negras llenas de extraños artículos; los vecinos afirmaban haber oído gritos durante la noche; la abuelita de al lado dijo que su gato se había escondido bajo la cama y se negaba a salir de allí. Era un gato negro, recalcaba.
Los investigadores enseguida declararon que no existían indicios de criminalidad. Tal vez recordéis haber visto el caso en las noticias, aunque dado que se produjo pocos meses después del 11 de Septiembre, su permanencia en los medios de comunica-
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EL AMOR
De La relaciones peligrosas
CARTA XVII
El caballero Dancen y a Cecilia Volanges
Señorita, antes de rendirme, ¿diré al placer o a la necesidad de escribir a vmd.?, empiezo por pedirle se sirva escucharme. Conozco que necesito de indulgencia para atrevermne a declarar a vmd. mis sentimientos y me sería inútil, si sólo quisiese justificarlos. Y al cabo, ¿qué pretendo hacer con mostrar a vmd. lo que vmd. misma ha causado? Y ¿qué decirle, que mis ojos, ini turbación, mi conducta, y aun mi silencio no le hayan dicho ya? ¡Ah!, ¿por qué se ofendería vmd. de un sentimiento que vmd. misma ha producido? Dimanado de vmd., es sin duda digno de serle ofrecido; y si es ardiente como mi alma, es puro como la de vmd.,. ¿Podría ser un crimen el haber sabido apreciar el semblante adorable de vmd,, sus habilidades sorprendentes, sus gracias encantadoras, y esa atractiva candidez que añade un valor inestimable a unas cualidades tan preciosas? No, sin duda; pero sin ser culpado puede uno ser infeliz, y es la suerte que me espera si vmd. desecha mi homenaje. Es el primero que mi corazón ha ofrecido, y sin vmd., si no era aún dichoso, estaría a lo menos tranquilo. Desde que he visto a vmd., el reposo ha huido de mí, y mi felicidad es dudosa; sin embargo, vmd. se admira de verme triste, me suele preguntar la causa, y aun he creído ver que alguna vez lo siente. ¡Ah!, diga vmd. una sola palabra, y habrá vmd. labrado mi dicha. Pero antes de hablar, piense vmd. también que una palabra sola puede colmar mi desventura. Sea vmd., pues, árbitra de mi destino. Vmd. puede hacerme eternamente feliz o desdichado, ¿En qué manos más amadas puedo poner un interés más grande? Acabaré como he comenzado, solicitando la indulgencia de vmd. He rogado a vmd. que me escuche, y ahora me atrevo a pedir más, que me responda. Rehusármelo sería hacerme creer que vmd. se ha ofendido, y mi corazón me asegura que mi respeto a vmd. es igual a mi amor.
P. D. Puede vmd. servirse, para responderme, del mismo medio de que yo ene sirvo para darle esta carta; me parece igualmente cómodo que seguro.
En..., a 18 de agosto de 17..
CARTA XVII
El caballero Dancen y a Cecilia Volanges
Señorita, antes de rendirme, ¿diré al placer o a la necesidad de escribir a vmd.?, empiezo por pedirle se sirva escucharme. Conozco que necesito de indulgencia para atrevermne a declarar a vmd. mis sentimientos y me sería inútil, si sólo quisiese justificarlos. Y al cabo, ¿qué pretendo hacer con mostrar a vmd. lo que vmd. misma ha causado? Y ¿qué decirle, que mis ojos, ini turbación, mi conducta, y aun mi silencio no le hayan dicho ya? ¡Ah!, ¿por qué se ofendería vmd. de un sentimiento que vmd. misma ha producido? Dimanado de vmd., es sin duda digno de serle ofrecido; y si es ardiente como mi alma, es puro como la de vmd.,. ¿Podría ser un crimen el haber sabido apreciar el semblante adorable de vmd,, sus habilidades sorprendentes, sus gracias encantadoras, y esa atractiva candidez que añade un valor inestimable a unas cualidades tan preciosas? No, sin duda; pero sin ser culpado puede uno ser infeliz, y es la suerte que me espera si vmd. desecha mi homenaje. Es el primero que mi corazón ha ofrecido, y sin vmd., si no era aún dichoso, estaría a lo menos tranquilo. Desde que he visto a vmd., el reposo ha huido de mí, y mi felicidad es dudosa; sin embargo, vmd. se admira de verme triste, me suele preguntar la causa, y aun he creído ver que alguna vez lo siente. ¡Ah!, diga vmd. una sola palabra, y habrá vmd. labrado mi dicha. Pero antes de hablar, piense vmd. también que una palabra sola puede colmar mi desventura. Sea vmd., pues, árbitra de mi destino. Vmd. puede hacerme eternamente feliz o desdichado, ¿En qué manos más amadas puedo poner un interés más grande? Acabaré como he comenzado, solicitando la indulgencia de vmd. He rogado a vmd. que me escuche, y ahora me atrevo a pedir más, que me responda. Rehusármelo sería hacerme creer que vmd. se ha ofendido, y mi corazón me asegura que mi respeto a vmd. es igual a mi amor.
P. D. Puede vmd. servirse, para responderme, del mismo medio de que yo ene sirvo para darle esta carta; me parece igualmente cómodo que seguro.
En..., a 18 de agosto de 17..
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