1989
Bernès me refirió que Borges, unos quince días antes de morir, sintió la presencia de la muerte. Habría dicho. “Ha llegado. Esta aquí”. Le pregunté si la habría descripto [sic]. Bernès contestó: “Dijo que era algo externo, rígido y frío”.
La Biblioteca Nacional Francesa permitió a Bernès –que dijo: “Borges los pide”- llevarse por unos días los tres volúmenes de la primera edición de Ascasubi. “Cuando salga la edición de La Pléiade yo tendré dos volúmenes así –comentó Borges-. Esta bien que Ascasubi tenga tres y yo dos.”
Una de las últimas bromas. Bernès mencionó La moneda de oro. Borges corrigió: de hierro. Bernès se mostró disgustado por su error. Boregs le dijo: “No se contraríe. Usted hizo lo que la alquimia no pudo”.
Hacia el final, Nernès le leyó “Ulrico”. Borges comentó: “Soy un escritor” Según Bernès murió diciendo el Padre Nuestro. Lo dijo en anglosajón, en inglés antiguo, en inglés, en francés y en español.
Borges murió en una casa alquilada, creca de la Grande Rue (tal vez la cruza). Estaba muy contento en esa casa y dijo que le hubiera gustado vivir allí cuando era joven y vivía cerca de la iglesia rusa. La casa no tiene número; la calle no tiene nombre, pero tiene llave, que es también la de la casa.
Bernès grabó a Borges cantando La morocha y otros tangos. Dice que en esa grabación Borges ríe con la risa de siempre.
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