La civilización del espectáculo, Mario Vargas Llosa, p. 33
Claudio Pérez, enviado especial
de El País a Nueva York para informar sobre la crisis financiera, escribe, en
su crónica del viernes 19 de septiembre de 2008: «Los tabloides de Nueva York
van como locos buscando un broker que se arroje al vacío desde uno de los
imponentes rascacielos que albergan los grandes bancos de inversión, los ídolos
caídos que el huracán financiero va convirtiendo en cenizas». Retengamos un
momento esta imagen en la memoria: una muchedumbre de fotógrafos, de paparazzi,
avizorando las alturas, con las cámaras listas, para captar al primer suicida
que dé encarnación gráfica, dramática y espectacular a la hecatombe financiera
que ha volatilizado billones de dólares y hundido en la ruina a grandes
empresas e innumerables ciudadanos. No creo que haya una imagen que resuma
mejor la civilización de la que formamos parte.
Me parece que ésta es la mejor
manera de definir la civilización de nuestro tiempo, que comparten los países
occidentales, los que, sin serlo, han alcanzado altos niveles de desarrollo en
el Asia, y muchos del llamado Tercer Mundo.

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