
Mañana enterrarán a Daniel, Aroa Moreno, p. 123
En las verbenas y fiestas se baila el bimbó de George Dann a golpe de cadera los unos contra las otras. Se censura a Pasollni, a Bertolucci, a Kubrick, a Miller, a Goytisolo, canciones de Los Beatles, páginas de Cela, se manda bajar la voz a Serrat. Hay palabras que encienden las alarmas de los censores: «sexo», la palabra «democracia», «homosexual», «aborto», «revolución». Al director Carlos Saura, la extrema derecha le pone una bomba en un cine de la calle Princesa de Madrid en el estreno de La prima Aneéglica. Julio Iglesias canta «Gwendolyne», ya con su mano en el pecho, en algún festival de la Costa del Sol. Cientos de españoles cruzan clandestinamente la frontera a Perpiñán para ir a ver a Emmanuelle pasear por Bangkok. Berlanga se ríe del franquismo con La escopeta nacional.
Los extrarradios de Madrid se llenan de migrantes que llegan
de los pueblos a sus calles de tierra. Os quedáis en nuestra casa, pues ya veremos
cómo, nos apañaremos, los niños Pueden dormir todos juntos en el salón. Iremos
tirando. Diez Personas en cincuenta metros cuadrados. Las vecinas se juntan Y
hacen cadenetas con el papel de las revistas del corazón que cuelgan de ventana
a ventana para celebrar la virgen de la Asunción y de la Paloma. Se comparte el
olor de los guisos por la escalera. Carmen, que se te pegan otra vez las
patatas.






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