Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

VERANO DE 1975


Mañana enterrarán a Daniel, Aroa Moreno, p. 123

En las verbenas y fiestas se baila el bimbó de George Dann a golpe de cadera los unos contra las otras. Se censura a Pasollni, a Bertolucci, a Kubrick, a Miller, a Goytisolo, canciones de Los Beatles, páginas de Cela, se manda bajar la voz a Serrat. Hay palabras que encienden las alarmas de los censores: «sexo», la palabra «democracia», «homosexual», «aborto», «revolución». Al director Carlos Saura, la extrema derecha le pone una bomba en un cine de la calle Princesa de Madrid en el estreno de La prima Aneéglica. Julio Iglesias canta «Gwendolyne», ya con su mano en el pecho, en algún festival de la Costa del Sol. Cientos de españoles cruzan clandestinamente la frontera a Perpiñán para ir a ver a Emmanuelle pasear por Bangkok. Berlanga se ríe del franquismo con La escopeta nacional.

Los extrarradios de Madrid se llenan de migrantes que llegan de los pueblos a sus calles de tierra. Os quedáis en nuestra casa, pues ya veremos cómo, nos apañaremos, los niños Pueden dormir todos juntos en el salón. Iremos tirando. Diez Personas en cincuenta metros cuadrados. Las vecinas se juntan Y hacen cadenetas con el papel de las revistas del corazón que cuelgan de ventana a ventana para celebrar la virgen de la Asunción y de la Paloma. Se comparte el olor de los guisos por la escalera. Carmen, que se te pegan otra vez las patatas.


Decreto-Ley 10/1975, de 26 de agosto, sobre Prevención del Terrorismo;


Mañana enterrarán a Daniel, Aroa Moreno, p. 125

En medio de aquel verano, con el país de vacaciones y con los obreros alejados de los núcleos industriales y los estudiantes fuera de la universidad, cuando el Consejo de Ministros, reunido en A Coruña el 22 de agosto informa de la aprobación un nuevo decreto ley. Una tramitación de precipitada urgencia para la prevención y el enjuiciamiento de los delitos de terrorismo y subversión contra y la seguridad personal. Lo explica el ministro de Información y y Turismo, León Herrera: “EI Gobierno sintió la ineludible obligación de crear la normativa jurídica necesaria para poder luchar con mayor eficacia y en defensa de toda la sociedad española contra esta monstruosa forma de criminalidad que es el terrorismo».

Desde el derecho y el Estado, se levanta una nueva ficción para recortar libertades y castigar con más ferocidad todavía.

Los juicios, a partir de ahora, pasan a ser sumarísimos, limitando las garantías del acusado, pudiendo convocarse los procesos en veinticuatro horas, sin tiempo para organizar y estudiar la defensa. Y serán los militares los que se encargarán de los procesos. Pero, sobre todo, el decreto conlleva un incremento general de las penas. A los autores de delitos contra la autoridad, contra miembros de las fuerzas armadas y de Seguridad del Estado y funcionarios públicos se les debe pela pena capital si el resultado de su delito ha sido la muerte. aquellos que colaboren con organizaciones comunistas, o separatistas se les aplicará siempre la pena máxima prevista por el Código Penal. Y la norma se aplicará con carácter retroactivo.


CARABANCHEL Julio de 1975

 


CARABANCHEL

Julio de 1975

Daniel aguanta una náusea cuando sacude y estira la manta sobre el colchón y se remueve el aire de la celda. El trapo no está más limpio que lo demás, pero al menos no tocará esa gomaespuma llena de manchas y restos de fluidos con su propio cuerpo, sucio también. Le duelen todavía los golpes. Se levanta el jersey y ve los moratones que tiene en el costado, que amarillean en los bordes poco a poco. Se imagina desfigurado y se pasa la mano por la cara, los pómulos, el bigote y la mandíbula, no sabe qué aspecto tiene. Ya no lleva las gafas. También se pasa la lengua por los huecos nuevos de la dentadura. Daniel se ha esforzado por grabar en su memoria las caras de todos esos agentes que lo han torturado. No los quiere olvidar nunca, sea lo que sea que signifique ahora la palabra «nunca». Recuerda muy bien a todos los que lo retuvieron durante más de una semana en aquellos otros sótanos, y suma a estos diez o doce rostros nuevos que le han desnudado dos veces antes de llevarlo a esa celda de castigo. Qué creen que puedo seguir llevando encima, piensa. Rígidas normas de la autoridad y la burocracia: se conduce a los detenidos a punta de metralleta contra la cara en un coche hasta la prisión, se registra a los presos de arriba abajo y hasta la ropa interior, se rellenan formularios, se firman papeles y se procede con todos los trámites que exige el orden.


PRIMERO DE MAYO Mayo de 1975


Mañana enterrarán a Daniel, Aroa Moreno, p. 30

PRIMERO DE MAYO

Mayo de 1975

El dictador, su mujer y los príncipes de España entran en el palco del estadio Santiago Bernabéu en Madrid. Franco alza y agita una pequeña mano temblorosa, su mujer lleva un ramo de flores, también Sofía. Los príncipes flanquean, uno a cada lado, a la pareja. Risas, fotos, aplausos. El pueblo brama. El Régimen, algo desquiciado, también. En el palco no pierden esa postura hierática. España pone atención y emoción. También están el presidente del Gobierno y algunas autoridades en segunda fila. Todos parecen felices y sonríen al público, que les devuelve una enorme ovación. El uno de mayo es el día del trabajador, pero la dictadura le encargó a la Falange y a la Iglesia ocuparse de los festejos y despojarlos de cualquier matiz de reivindicación obrera. Los escudos de todas las provincias españolas cubren los graderíos que sirven de telón de fondo al espectáculo. Delante de ellos se desarrolla una demostración sindical dedicada a la mujer española. Como pórtico, dirá el noticiero, cuarenta señoritas sobre motocicletas ligeras, ataviadas con el traje de trial, realizan distintas evoluciones sobre la pista.


INCIPIT 1.588. MAÑANA MATARAN A DANIEL / AROA MORENO DURAN


Desaparece la vida de todas las imágenes. Este es el paisaje de mis veranos. Pantalón corto. Costra en las rodillas. Sobre las púas de los árboles que cubren el suelo del jardín de una casa de piedra, una familia celebra una fiesta. La sangría se enfría en jarras de cristal llenas de hielo. Rojo, naranja, limón. Recuerdo rostros en un año indefinido de mi juventud. Uno lleva una mochila a la espalda y botas y yo le sigo. Tiene el pelo claro de las buenas familias y me coge de la mano. Dice vamos a perdernos. Dice yo conozco este lugar. Ahora los senderistas se juntan en la puerta de las cantinas. Los pómulos quemados por el sol. Son hombres y mujeres de montaña. Todos vienen del valle donde los mataron. Pero están sonriendo y no paran de hablar. Un disparo lo cambia todo y, a la vez, no cambia nada. La línea del futuro sigue su constante avance hacia la sombra. Un disparo y todos se mueren dentro de una familia. Porque ya nunca se cierra la carne que se abre. No se cose la tela que se rasga.

Tres hombres murieron delante del talud de montaña donde cantábamos cuando éramos jóvenes. La canción que pensábamos que nos hablaba de aquello. Cuando teníamos los mismos años que tenían los tres. A solo unos metros y algo más de dos décadas de distancia. Donde acampamos y nos perdimos del grupo. Fue junto a este árbol o fue en el coche junto al cementerio. La memoria no llega si no es avisada.


INCIPIT 1.587. ESE MONTON DE ESPEJOS ROTOS / GONZALO CELORIO


Prólogo

Es lo que hay

Cuando salió a la luz mi libro Mentideros de la memoria en 2022, el escritor español Jesús Marchamalo me hizo una entrevista larga para la centenaria Revista de Occidente. En ella, respondí a sus preguntas sobre la «poética» de mis novelas memoriosas y de otros textos afines. Para abrir este prólogo, quiero reproducir la última pregunta de esa conversación, que anuncia la escritura del libro que el lector ahora tiene en sus manos o en la pantalla de su dispositivo electrónico:

—Tal vez le apetezca terminar hablando de si habrá una segunda entrega de estos Mentideros...

—Ahora, que he llegado a los setenta y cinco años, quizá ya me toca hablar un poco de mí.

—¡Por fin! Permítame que lo celebre...

—En mis novelas anteriores he hablado de mi familia desde el minarete del anonimato en el que me colocó el undécimo lugar que ocupo en la prolífica descendencia de mis padres. Inevitablemente he narrado, en primera persona, varios episodios de mi infancia y algunos de mi juventud, pero no soy el protagonista de estas obras. Tampoco lo soy de los textos de Mentideros de la memoria que he dedicado a los escritores que tuve la fortuna de conocer; ahí sólo desempeño el papel de intermediario entre sus voces y el lector. Ahora estoy escribiendo mis memorias. Las recogeré en un volumen que llevará por título un verso de Borges que define con acierto la memoria: Ese montón de espejos rotos. Será un libro fragmentario, en el que combinaré la vida privada y la vida pública, en beneficio de mi elemental unidad ontológica, que puede reconocer que siempre hemos sido y seguimos siendo, por lo menos, dos.


INCIPIT 1.586. AGOSTO, OCTUBRE / ANDRES BARBA


Ocurría al volver a casa desde la playa, junto a sus padres y su hermana pequeña. La excitación se parecía más a una molestia que a un placer. Se quitaba el bañador y se masturbaba en el cuarto de baño antes de ducharse evocando imágenes medio difusas que acababa de ver hacía tan sólo unos minutos en la playa o en el paseo que la unía a la casa que habían alquilado sus padres para las vacaciones, imágenes casi abstractas de chicas de su edad, o incluso un poco mayores, de dieciséis, de diecisiete años. Más que la certeza de un cuerpo concreto sentía –cuando cerraba los ojos y comenzaba a tocarse– una suma difusa de cuerpos fantasma cuyas formas eran, a la vez, inquietantemente concretas. El pliegue, por ejemplo, de las caderas cuando estaban sentadas, la doblez de unos pechos vistos de perfil, las muescas extrañas y circulares, como hoyuelos, en el final de una espalda.


ATENEA


Entra el fantasma, Isabella Hammad, p. 173

-Metis estaba embarazada del hijo de Zeus —leí—. Un oráculo le dijo a Zeus que si Metis tenía un hijo, usurparía el trono cuando creciera. ¿Sabes lo que significa eso? Significa que Zeus ya no sería rey de los dioses, sino que el rey sería su hijo. Y Zeus no quería eso, ¿y qué hizo entonces? —Miré más adelante-. Decidió comérsela. iSe la comió! Córcholis. —Seguí leyendo—. Y Metis era muy lista, y le dio consejos a Zeus desde el interior de su cerebro. Precioso. —Vi que Emil miraba mi cara en lugar de seguir las palabras de la página, así que quizá no supiera Ieer después de todo, sino que se limitaba a escuchar. Empecé a improvisar - Y así, encerrada dentro del cerebro de Zeus, Metis se puso a coser y coser y coser, y tejió una armadura completa para el hijo que aún no había nacido, y mientras barriga creció y creció y creció. Y a veces, solo para irritar a Zeus, sacudía la máquina de coser y él notaba unos ligeros pinchazos detrás del ojo.

Emil rió brevemente.

—Un día, Zeus sintió un horrible dolor de cabeza. Esta vez era peor que cuando Metis sacudía su máquina de coser. Le zumbaba, zumbaba y zumbaba, como si alguien tratara de salir de allí. El dolor de cabeza empeoró tanto que finalmente Zeus pidió a su amigo Ares que le abriera la cabeza con un hacha. ¿Te imaginas? Un dolor de cabeza tan fuerte que lo mejor que puedes hacer para eliminarlo es darte de hachazos.

Me miró. No estaba segura de que lo hubiera entendido.

—No me lo puedo imaginar —dije.

—Yo sí —dijo Emil.

—Ah, ¿sí? —dije complacida. Eramos camaradas—. Así que

Ares levantó el hacha, apuntó a la cabeza de Zeus y ¡TOMACASTAÑA! La cabeza se abrió por la mitad y de allí salió Atenea, vestida con la armadura y lista para la batalla.


La civilización del espectáculo

 


La civilización del espectáculo, Mario Vargas Llosa, p. 33

Claudio Pérez, enviado especial de El País a Nueva York para informar sobre la crisis financiera, escribe, en su crónica del viernes 19 de septiembre de 2008: «Los tabloides de Nueva York van como locos buscando un broker que se arroje al vacío desde uno de los imponentes rascacielos que albergan los grandes bancos de inversión, los ídolos caídos que el huracán financiero va convirtiendo en cenizas». Retengamos un momento esta imagen en la memoria: una muchedumbre de fotógrafos, de paparazzi, avizorando las alturas, con las cámaras listas, para captar al primer suicida que dé encarnación gráfica, dramática y espectacular a la hecatombe financiera que ha volatilizado billones de dólares y hundido en la ruina a grandes empresas e innumerables ciudadanos. No creo que haya una imagen que resuma mejor la civilización de la que formamos parte.

Me parece que ésta es la mejor manera de definir la civilización de nuestro tiempo, que comparten los países occidentales, los que, sin serlo, han alcanzado altos niveles de desarrollo en el Asia, y muchos del llamado Tercer Mundo.


INCIPIT 1.585. ENTRA EL FANTASMA / ISABELLA HAMMAD


Esperaba que me interrogaran en el aeropuerto y así fue. Lo que me sorprendió fue que no durase más tiempo. Una joven agente rubia y luego otro agente, moreno, con más años, se turnaron en un cuarto privado para preguntarme por mi vida. Querían conocer en concreto los vínculos familiares que tenía en el país y repetí cuatro veces que mi hermana vivía allí, pero que yo hacía once años que no había vuelto. ¿Por qué?, preguntaban una y otra vez. Yo no tenía respuesta. Hubo momentos en que la conversación rozaba lo estrafalario, cuando insistían en mis derechos civiles. Estaba claro que solo intentaban ponerme nerviosa. ¿Por qué su hermana tiene la nacionalidad y usted no? Estaba en el sitio indicado en el momento oportuno, respondía yo con un encogimiento de hombros. No quería hablar de mi madre. Abrieron mi equipaje y revisaron mis pertenencias, inspeccionaron todas las cajas y paquetes, echaron un vistazo a mi agenda de citas, con los meses de verano en blanco, y a las dos novelas, una de las cuales había terminado de leer en el avión, y luego me condujeron a otro cuarto para cachearme desnuda. No creo que esto sea necesario, dije con altanería mientras otra agente pasaba el detector por mi desnudez, como si llevara algo escondido bajo la piel, y se demoraba en los tirantes del sujetador y en las bragas, que había conjuntado de antemano, encaje azul, y cuando se arrodilló delante de mi ingle, la risa empezó a sacudirme el estómago. Me puse de nuevo la ropa, sorprendida por la fuerza con que estaba temblando, y diez minutos después me llamaron a una cabina, donde un hombre alto que no había visto antes me devolvió el pasaporte y me dijo que podía entrar en el país. Bienvenida a Israel.


INCIPIT 1.584. EL NUEVO DARDO EN LA PALABRA / FERNANDO LAZARO CARRETER


Prólogo

La acogida excepcional que, hace cinco años, obtuvo la compilación de artículos aparecidos con el título de El dardo en la palabra1, me ha movido a reunir en otro volumen el conjunto de los que he publicado durante los cuatro últimos años en el diario madrileño El País. Lo hago con el deseo de que, juntos en un libro, se salven de la volatilidad aneja a la prensa y sean fácilmente consultables por los lectores.

Procurar que el idioma mantenga una cierta estabilidad interna es sin duda un empeño por el que vale la pena hacer algo, si la finalidad de toda lengua es la de servir de instrumento de comunicación dentro del grupo humano que la habla, constituyendo así el más elemental y a la vez imprescindible factor de cohesión social: el de entenderse. Pero la estabilidad absoluta de ese sistema es imposible y, si lo fuera, resultaría gravemente nociva para los hablantes: por el lenguaje entramos en contacto con el mundo nuevo que sobreviene constantemente y al que la sociedad debe incorporarse para no quedar demasiado lejos de la vanguardia humana. Por ello, los idiomas cambian, inventando voces, introduciendo las de otros o modificando las propias, lo cual produce una fluctuación, a veces fuerte, del sistema lingüístico


ASTEROIDE NABOKOV


Incensurable, Luna Miguel, p. 137

Nabokov tarda 1.319,72 días en dar la vuelta al sol. Tiene 7,626 kilómetros de diámetro y su albedo, esto es, la proporción existente entre la energía luminosa que incide en su superficie y la que esta refleja, se estima en 0,041. Fue un 20 de octubre de 1985 cuando el astrónomo checoslovaco Antonín Mrkos encontró este asteroide y le dio el nombre del escritor. Entre los más de doscientos cuerpos celestes descubiertos por Mrkos, hubo otros que recibieron bautismos literarios: Joyce, Foucault, Casanova, Orwell. Puro escritor macho, y dinámico, y centelleante, y astral. 7232 Nabokov se encuentra entre las órbitas de Marte y Júpiter; bien lejos, para su desgracia, de otro asteroide más tocho, alegre y próximo a nuestro planeta, 433 Eros, a cuyos cráteres les han dado nombrecillos que hubieran sido del agrado del ruso: Selene, Bovary, Dulcinea, Eurídice, Galatea y, claro está, Lolita.


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