Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

PLATONISMO


Los griegos antiguos, Edith Hall, p. 214

Sin embargo, en líneas generales, las doctrinas básicas de Platón tendrían hoy pocos defensores. Su filosofía es idealista porque negaba la supremacía del mundo material, el que los sentidos podían aprehender fisicamente, y afirmaba que la realidad verdadera existía en un terreno inmaterial, que llamó el mundo de las «formas» o de las “ideas». Los materialistas como Demócrito y los epicúreos disentían, con el argumento de que el mundo material es condición sine qua non del pensamiento. Hoy nos cuestionamos la legitimidad de una división tan tajante entre el mundo del cuerpo y el de la mente, por no mencionar el concepto de que el mundo de las ideas es superior. El estudio sobre la base del conocimiento, si bien es una exposición brillante de la manera en que la retórica destroza la verdad, también se ve afectado por la hipótesis de que el enfoque que llamaríamos observación científica no sirve para comprender la realidad. Con todo, es muy posible que ese no fuese siquiera el criterio de Sócrates. Aristóteles, en su Metafísica, da a entender que las formas de Sócrates pueden, efectivamente, descubrirse si se investiga el mundo natural; en cambio, Platón discrepa de su maestro cuando dice que las formas están más allá de nuestra capacidad de comprensión como seres humanos. Por otra parte, la filosofía política de Platón, a pesar de los principios igualitarios que, en su opinión, deberían adoptarse en el seno de la exclusiva comunidad de «guardianes» de su república ideal, es despiadadamente elitista. Las ideas platónicas sobre arte y literatura conducen de manera inevitable a la estricta censura estatal que aplicaban oligarcas ilustrados.

Entonces, ¿por qué Platón sigue siendo tan importante? En primer lugar, porque sus diálogos están ambientados en el mundo esotérico de las conversaciones de élite que se mantenían en casas particulares, en general de familias privilegiadas, en una época en que la democracia se situaba a la defensiva. En segundo lugar, porque pintan un retrato fascinante de las figuras intelectuales más destacadas, incluido Protágoras, cuyas palabras,  de no ser por Platón, se habrían perdido para siempre. En tercer lugar, porque fue un escritor brillante e innovador con una obra que es todo un tour de force, aun cuando al lector le interese poco la filosofía.


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