Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

EPICTETO


Los griegos antiguos, Edith Hall, p 318

Por otra parte, sostenía que Dios (al que llama «Zeus» o, algunas veces, en plural, «los dioses») era benévolo y racional, que había creado al ser humano para que también fuera racional y capaz de acciones racionales si emplea con reflexión sus impresiones del mundo. Según Epicteto, nuestra mente es una minúscula parte de la de Zeus, y nuestro poder mental es parte del poder que gobierna el universo. Somos responsables de nuestras elecciones para actuar en beneficio propio, pero, dado que nuestros intereses son parte de un sistema mucho más grande, vernos que, por ejemplo, elegir nuestra propia muerte puede, a veces, ser la mejor decisión. A los estoicos se los conocía precisamente por su tendencia al suicidio digno. Para Epicteto, los objetos externos a nosotros no son ni incondicionalmente buenos ni malos. Lo primordial es el ser interior, y todo lo externo se ha de evaluar en relación con el yo, pues la felicidad solo puede conseguirse si los humanos no dependen de la riqueza ni de las propiedades ni de ningún otro fenómeno accesorio. Las emociones que nos hacen desdichados (el miedo, la envidia) son respuestas a la falsa idea de que las apariencias pueden hacernos felices. Igualmente falsa es la idea de que las acciones ajenas nos perjudican forzosamente. No obstante, eso no significa que no debamos esforzarnos por los demás, especialmente por la familia y amigos cercanos.


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