Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

INCIPIT 356. EL HECHIZO / ALAN HOLLINGHURST



Se preguntaba si el muchacho se habría perdido. Habían empezado el recorrido en un camino trillado medio cubierto de ruidosos pedruscos; pero el camino se había desdibujado para reaparecer luego a lo largo de casi un kilómetro más, donde seguía el borde de un cauce seco y luego moría entre los límites barridos por el viento y los polvorientos arbustos  del desierto. La camioneta atravesaba rugiendo las largas pendientes de tierra gris. El muchacho continuaba  pisando el acelerador y miraba directamente hacia delante, como si fuera incapaz de considerar las posibilidades que se abrían a derecha e izquierda. Iba casi sonriendo; Robin no  sabía si porque estaba nervioso o por el puro placer que experimenta alguien que conoce un lugar en amedrentar y desorientar a un forastero. Una botella vacía echó a rodar y tintineó  contra los soportes metálicos del asiento corrido. Robin iba sentado con el codo apoyado en la ventanilla, y se quejaba sin querer de las sacudidas y los baches: la investigación académica nunca le había parecido más caprichosa y más física. Se dio cuenta de que él también sonreía, y de que no sólo estaba conmovido sino también muy contento. Llegaron a una cresta bastante baja y ante ellos se extendieron cincuenta o sesenta kilómetros de desierto plateado, rayado por efecto de los rápidos eclipses de luz ventosa

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