Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

INCIPIT 301. VICIO PROPIO / THOMAS PYNCHON


Uno
Ella vino por el callejón y subió las escaleras traseras, como antes. Hacía un año que Doc no la veía. Que nadie la había visto. Por entonces iba siempre en sandalias, con la parte de abajo de un bikini estampado de flores y una camiseta desteñida de Country loe & the Fish. Pero esa   noche vestía de pies a cabeza como una chica de tierra adentro y llevaba el pelo mucho más corto de lo que él recordaba: la pinta que ella juraba, en el pasado, que nunca tendría.
-Eres tú, Shasta?
-Se cree que está alucinando.
-Supongo que es por el nuevo envoltorio.
Los iluminaba la luz de la calle que entraba a través de la ventana de la cocina, a la que nunca se había molestado en poner cortinas, y desde la falda de la colina les llegaba el estampido de
las olas. Algunas noches, con el viento apropiado, se oía el oleaje en toda la ciudad.
-Necesito tu ayuda, Doc.
-¿Sabes que ahora tengo una oficina?, ¿como un empleo normal y todo eso?
-Te busqué en el listín telefónico; estuve a punto de pasarme por allí. Pero luego me dije: mejor para todos que esto parezca una cita secreta.
Pues muy bien, nada romántico esta noche. Mal rollo. Pero a lo mejor todavía caía algún encargo remunerado.
-Te vigilan?
-Acabo de tirarme una hora dando vueltas por las calles de los alrededores para no llamar la atención.

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