Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

INCIPIT 56. EL LORO DE FLAUBERT / JULIAN BARNES


1

EL LORO DE FLAUBERT

Seis norteafricanos jugaban a al petanca al pie de la estatua de Flaubert. Se oían limpios chasquidos por encima del estruendo de la circulación atasacada. Con una final e irónica caricia con la yema de los dedos, una mano morena lanzó una esfera plateada que aterrizó, botó pesadamente y trazó una curva acompañada de un lento esparcimiento de polvo duro. El lanzador se congeló en una elegante estatua temporal: las rodillas no desdobladas del todo, y la mano derecha extáticamente extendida. Me llamó la atención una arremangada camisa blanca, un antebrazo desnudo y una mancha en el envés de la muñecaa. No era un reloj, como pensé al principio, sino una calcomanía de colores: el rostro de un santón político muy admirado en el desierto.

Permitaseme que comience con la estauta: la de arriba, la permanente, la inelegante , la que llora lágrimas cúpricas, la imagen legada de ese hombre de suelta corbata de lazo, chaleco de ángulos rectos, pantalones holgados, mostacho desordenado, y aspecto receloso, friámente distante. Flaubert no devuelve la mirada. Desde la Place des carmes vuelve la vista hacia el sur, en dirección a la catedral, a la ciudad que despreciaba, y que a su vez le ha ignorado casi siempre. Mantiene la cabeza defensivamente alzada: sólo las palolmas pueden ver en toda su dimensión la calvicie del escritot.

Esta estatua no es el original. Los alemanes se llevaron al

13

No hay comentarios:

WIKIPEDIA

Todo el saber universal a tu alcance en mi enciclopedia mundial: Pinciopedia