De Prisión perpetua, de Piglia, p. 142
KAMIKAZE. Había comenzado un relato sobre los suicidas japoneses y había realizado una pequeña investigación sobre las cartas que los soldados enviaban a sus padres antes de morir (y esto se ligaba con una historia familiar que no venía al caso contar ahora). // Indecisión: típica conducta suicida. No puede elegir y para librarse de la parálisis que lo «captura» escapa por el camino del crimen. // Muchos criminales matan por esas minucias, viven en el océano de las grandes pasiones y les cuesta abrir una puerta que les permita salir del sótano. X, en un suburbio de Kioto, era martirizado por su mujer y no podía «separarse». Todas las noches pensaba que al día siguiente iba a mudarse, incluso compraba los diarios y recorría la sección de avisos clasificados y marcaba los departamentos disponibles que se adaptaban a sus necesidades. Debía salir con el diario, visitar esos cuartos vacíos, hablar con las porteras, subir las escaleras, elegir el lugar adecuado y luego buscar una cama, comprar una mesa donde instalar sus aparatos de óptica. //X, indeciso nato, obrero mecánico. Preso dice que «extraña el trabajo». // Marineros y prostitutas son observados desde la torre del Building: veinte pisos sobre el nivel del mar. Desde lo alto, las dársenas son una estampa japonesa. Las hormigas microscópicas se mueven entre los barcos y los depósitos. //Un kamikaze haría volar con un solo vuelo ese paisaje.
No hay comentarios:
Publicar un comentario