El poder destructivo de la mentira
Enric González
El nazismo puede parecernos hoy
un horror inefable, un súbito e incomprensible absceso de la historia en el
país más culto y rico de Europa. Ocurrió, sin embargo. Y para que el Partido
Nacionalsocialista Obrero de Adolf Hitler alcanzara el poder no hizo falta
ningún apocalipsis. Bastaron unos cuantos miles de fanáticos, unas elecciones
parlamentarias, un error de cálculo de los partidos conservadores alemanes y un
cierto hastío de la población, ansiosa de grandes sueños tras la derrota bélica
de 1918 y la crisis económica de 1929. Como hizo notar Hannah Arendt en Los
orígenes del totalitarismo, la barbarie más atroz está a un paso de imponerse
en cuanto la gente deja de distinguir entre realidad y ficción, entre verdad y
mentira.

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