Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

INCIPIT 1.591. EL CONSENTIMIENTO / VANESA SPRINGORA


Nuestra sabiduría empieza donde termina la del autor. Nos gustaría que nos diera respuestas, cuando lo único que puede hacer es darnos deseos.

MARCEL PROUST, Sobre la lectura

Estoy en los albores de mi vida, virgen de toda experiencia, me llamo V., y a mis cinco años espero el amor.

Los padres son una muralla para sus hijas. El mío solo es una corriente de aire. Más que una presencia física, recuerdo el aroma a vetiver que impregna el cuarto de baño por la mañana; objetos masculinos aquí y allá; una corbata; un reloj de pulsera; una camisa; un mechero Dupont; una manera de sujetar el cigarrillo, entre el índice y el corazón, bastante lejos del filtro; una forma de hablar siempre irónica, tanto que nunca sé si bromea o no. Se marcha temprano y vuelve tarde. Es un hombre ocupado. Y también muy elegante. Sus actividades profesionales cambian demasiado deprisa para que llegue a entender en qué consisten. En la escuela, cuando me preguntan por su profesión, soy incapaz de contestar, aunque obviamente, dado que el mundo exterior lo atrae más que la vida doméstica, es una persona importante. Al menos es lo que imagino. Sus trajes siempre están impecables.

Mi madre me concibió a la temprana edad de veinte años. Es guapa, con el pelo de un rubio escandinavo, la cara dulce, los ojos azul claro, una figura esbelta con curvas femeninas y una bonita voz. Mi adoración por ella no tiene límites. Es mi sol y mi alegría.

Mis padres hacen buena pareja, mi abuela suele repetirlo aludiendo a sus físicos de cine. Deberíamos ser felices, pero los recuerdos de nuestra vida en común, en el piso en el que vivo brevemente la ilusión de una familia unida, son una auténtica pesadilla.


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