Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

LA FE

El testigo, Juan Villoro, p. 273
-¿Se ha preguntado por qué Jesús resucitó ante unos cuantos? Si lo hubiera hecho ante todos, en forma categórica, no habría dudas del prodigio. Escogió a unos cuantos testigos. ¿Por qué?
-Supongo que me lo va a decir.
-Me interesa mucho la idea del dios oculto. Jesús no se hace evidente, no para todos, así convierte la fe en algo especulativo: «Bienaventurados los que creen sin haber visto.» Ese ocultamiemo es lo que da fuerza a la libertad de creer; ante la falta de una certeza absoluta, podemos tener fe o no tenerla, debemos elegir. Seda muy fácil creer lo obvio.
-0 vivir sin todas esas complicaciones.

-Tiene razón. La fe es un problema voluntario. Nuestro Ramón estaría de acuerdo. No sé hasta qué punto llegó a reflexionar en esto, pero ya Dostoievski había tratado el tema con una claridad canija. Seria muy aburrido tener fe en un mundo resuelto; el enigma de la creación es que no ha terminado, somos parte del borrador y tenemos que decidir; a veces la aceptación piadosa y la libertad se oponen; fue lo que el poeta experimentó de manera ejemplar. ¿Qué sentido tiene estar aquí? ¡Acaban de matarle a un amigo, don Julio! La creación no está saliendo muy bien, que digamos, y le voy a decir otra cosa: tengo miedo de que Félix Rovirosa la empeore otro poquito. Cuando él me habla de revelar misterios en horario triple A, recuerdo las bondades del dios oculto. ¿Qué le parece esta prédica de banqueta?

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