Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

INCIPIT 577. LA GEOMETRIA DEL AMOR / JOHN CHEEVER

Somos una familia que siempre estuvo espiritualmente muy unida. Nuestro padre se ahogó en un accidente marino cuando éramos pequeños y nuestra madre siempre destacó el hecho de que nuestras relaciones de familia tienen una suerte de permanencia que nunca volveremos a encontrar. No pienso mucho en la familia, pero cuando recuerdo a sus miembros y la costa en que vivían y la sal marina que según creo fluye por nuestras venas, me alegro de recordar que  soy un Pommeroy (que tengo la nariz, el color de la piel y la promesa de la longevidad) y que si bien no somos una familia distinguida, cuando nos reunimos compartimos la ilusión de que los Pommeroy son únicos. No digo esto porque me interese en la historia de la familia o porque este sentimiento de originalidad sea profundo o importante para mi, sino para aclarar la idea de que nos guardamos mutua lealtad a pesar de nuestras diferencias, y de que cualquier acto que implique faltar a esta lealtad es fuente de confusión y dolor.

Somos cuatro hijos; mi hermana Diana y los tres hombres, Chaddy, Lawrence y yo. Como ocurre en la mayoria de las familias en que los hijos ya sobrepasaron la veintena, nos hemos separado a causa del trabajo, el matrimonio y la guerra. Helen y yo vivimos en Long Island, con nuestros cuatro hijos. Yo enseño en un colegio secundario y ya pasé la edad en que espero me designen director, pero respeto mi trabajo. Chaddy, que ha prosperado más que el resto, vive en Manhattan con Odette y sus hijos. Mamá vive en Filadelfia, y después de su divorcio Diana ha estado residiendo en Francia, pero en verano vuelve a Estados Unidos para pasar un mes en el Promontorio.

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