Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

PROBLEMAS

Instrumental, James Rhodes, p. 164
Daba igual que esa separación fuese lo que convenía hacer. Que, a largo plazo, fuera sin duda lo mejor. Me había convertido  en uno de esos hombres que tiran la toalla, que se largan cuando la situación se vuelve tan real que jode. Alquilé un pequeño semisótano, compré un piano vertical de mierda, y me aseguré de tener una habitación libre en la que pudiera dormir Jack. Me despertaba casi todas las mañanas para ir a buscarlo y llevarlo al colegio en autobús (para entonces ya habíamos vendido el coche). Hice todo lo posible por ser el mejor padre  para él. Pero no por eso dejaba de ser un rajado. Podía imaginar el momento del futuro, al cabo de unos cuantos años, en el que mi hijo, en proceso de terapia, me diría: «Papá, me abandonaste», y no se me ocurría cómo negárselo.
La inestabilidad empezó a aumentar. No ayudó que acudiera a la policía para tratar de exorcizar algunos de mis demonios del pasado. En Earl's Court tienen una unidad de protección infantil. Fui a prestar declaración contra el señor Lee, para ver si podían localizarlo y lograr que se responsabilizara de sus actos. Lo hice para cerrar mi proceso, para que hubiera justicia, para tratar de reconciliarme con mi yo de la infancia y proseguir con el sano inicio que había inaugurado en Phoenix. Fue algo inútil. Y muy doloroso. Estuve unas tres horas delante de una videocámara dando detalles que nadie tendría que verse obligado a dar. Esquemas del gimnasio, qué había pasado y en  qué sitio, con cuánta frecuencia, dónde se corría, cuándo, qué tipo de relaciones sexuales, qué posturas, qué accesorios utilizaba, que si me lo tragaba, que a qué sabía (en serio), etcétera, etcétera. Aquello fue brutal, vergonzoso, infame. Y después de todo eso me dijeron que se habían puesto en contacto con el colegio y que no existía ningún registro de que alguien con ese nombre hubiera trabajado allí. La policía supuso que era un nombre falso, no podían encontrarlo ni se podía hacer nada.

En ese momento me dio la impresión de que todos los progresos que había conseguido durante mi estancia en Phoenix desaparecieron. Volví a comprar cuchillas y a lesionarme.

No hay comentarios:

WIKIPEDIA

Todo el saber universal a tu alcance en mi enciclopedia mundial: Pinciopedia