Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

OTRO

Extinción, DF Wallace, p. 200
Ni tampoco es estrictamente cierto que el psicoanalista no tuviera nada interesante que decir ni que a veces no proporcionara modelos o puntos de vista útiles para contemplar el problema básico. Por ejemplo, resultó que una de sus premisas operativas básicas era la afirmación de que solo había dos orientaciones básicas y fundamentales que una persona podía tener hacia el mundo: 1) amor y 2) miedo, y que ambas no podían coexistir (o, en términos lógicos, que sus dominios eran exhaustivos y mutuamente excluyentes, o bien sus dos conjuntos no tenían intersección pero su unión comprendía todos los elementos posibles,  o bien que:
'('v'x) ((Mx-+-(Ax)) &(Ax-+-~)) &-((3x) (-(Mx) &-(Ax))'),

o sea, en otras palabras, que cada día de tu vida la pasabas al servicio de uno u otro de estos amos, y que ”uno no puede servir a dos amos” -la Biblia otra vez- y que una de las peores dos ideas sobre la concepción de la masculinidad competitiva y orientada a. los logros individuales que Norteamérica supuestamente inculcaba a sus machos era que causaba un estado más o menos constante de miedo que hacía que el amor genuino fuera casi imposible. Es decir, que lo que pasaba por amor en los hombres norteamericanos no era normalmente más que la necesidad de ser visto de cierta manera, lo cual quería decir que los machos de hoy tenían un miedo tan constante a «no dar la talla» (la frase es del doctor Gustafson, evidentemente sin intención de juego de palabras) que debían pasar todo el tiempo convenciendo a los demás de su “validez” (que resulta ser también un término de la lógica formal) masculina a fin de tranquilizar su propia inseguridad, lo cual hacía que el amor genuino fuera casi imposible.

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