Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

INCIPIT 401. ORLANDO / VIRGINIA WOOLF

El- porque no cabía duda sobre su sexo, aunque la moda de la época contribuyera a disfrazarlo--o- estaba acometiendo la cabeza de un moro que pendía de las vigas. La cabeza era del color de una vieja pelota de football,  y más o menos de la misma forma, salvo por las mejillas hundidas y una hebra o dos de pelo seco y ordinario, como el pelo de un coco. El padre de Orlando, o quizá su abuelo, la había cercenado de los hombros de un vasto infiel que de golpe surgió bajo la luna  en los campos bárbaros de África y ahora se hamacaba suave y perpetuamente ,en la brisa que soplaba incesante por las buhardillas de la gigantesca  morada del caballero que la tronchó.
Los padres de Ociando habían cabalgado por campos de asfódelos, y campos de piedra. y campos regados por extraños ríos, y habian cercenado de muchos hombros, muchas cabezas de muchos colores, y las habían traído para colgarlas de las vigas.

Orlando haría lo mismo, se lo ju raba. Pero como sólo tenía dieciséis años, y era demasiado joven para cabalgar por tierras de Francia o por tierras de África, solía escaparse de su madre y de los pavos reales en el jardln, y subir hasta su buhardilla para hender, y arremeter y cortar el aire con su acero. A veces cortaba. la cuerda y la cabeza rebotaba en el suelo y tenía que colgarla de nuevo, atándola con cierta hidalguía casi fuera de su alcance, de suerte que su enemigo le hada muecas triunfales a través ·de labios

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