Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

RESUMEN DE HERRUMBROSAS LANZAS DE JUAN BENET

A veces un destino es independiente de las fuerzas antagonistas que lo dominan y empujan; y si esas fuerzas -en un moemnto dela historia dominado por la simplificación, por la servidumbre de todos los factores a uno prioritario- se reducen a dos bandos enemigos empeados en el mismo y opuesto triunfo, es posible que enotonces el destino se apareje a las intenciones ocultas de uno y otro para obtener una resultante muy diferente de los móviles y de los objetivos de cada uno de ellos. Y aquel destino quería que la guerra se prolongara, aunque fuera innecesaria; que se prolongara incluso más allá de sí misma, a lo largo de una rencorosa, sórdida y vengatiza paz; y quería que hasta donde alcanzasen las vidas de los combatientes -y acaso las de sus hijos- se desarrollasen en un país diezmado y quimérico, en el que ni germinarían las semillas de las ideas nuevas y modernas no volverían a cultivarse los antiguos jardines. Se trataba de un destino con la vista puesta en un limbo de himnos y colgaduras -un limbo de vocablos- donde hasta las rosas habíande florecer para tomar partido.(Libro I)Y quién sabe si aquel malhadado y afortunado asunto les sirvió para ceptar con fuste tamaño destino, para engolfarse en la lucha sin volver a pensar en su prevenido resultado, para encararla sin ninguna clase de derrotismo, para adoptar y dar el nombre propio a la criatura que otros habían dejado huérfana y para, puesto que estaban empeñados en un juego que no mostraba más qeu una salida y un ólo ganador señalado de antemano, aprovecharlo en cada envite para exhibir sus aptitudes para él y, de paso y si a mano venía, extraer de su desarrollo alguan que otra satisfacción personal.(Libro VI)Los meandros de la sintaxis benetiana, deliberada y obviamente artificiosos, relazan justamente este último dato: el narrador nos obliga aplegarnos a sus propias exigencia, para que no descuidemos que no hay más realidad ni más valor que la voz que cuenta. (Claro está, dicho sea de paso, que la renunica a seguir una línea argumental simquiebros o "digresiones" y, en concreto, la prolongada incursión en el siglo XIX que nutre el libro VII de Herrumbrosas lanzas, en buena medida, no son sino otra versión, a distinta escala, de la misma técnica. ) Pero no dispar, y más inmediatamente perceptible, es la función del otro rasgo discantado por la crítica: pues la escasez de diálogo es uno de los modos más tajantes de promulgar el principio del narrador, el imperio del estilo sobre todas las cosas. La singularidad estilística de la voz que cuenta se impone tan ineludiblemente al lector como el destino se impone a los personajes. El estilo es el destino.Francisco Rico, 12 de septiembre de 1986

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