Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

VALIENTE DE VERDAD

Sobre la postura de la Iglesia católica española respecto de la enseñanza de la religión en las escuelas, poco hay que añadir a lo que ya se ha dicho. Entre otras razones, porque la religión cuya enseñanza se reclama -es decir, la religión católica, apostólica y romana- pierde peso específico en España y lleva camino de convertirse en una secta, o una secta de sectas, como la nación de naciones, frente a otras religiones de ámbito mundial e incluso frente a religiones novedosas de fabricación casera, de poco calado filosófico pero mucho ascendiente, encarnadas en unos predicadores energéticos que inspiran y reconfortan a las masas, aunque a los no iniciados nos parezca que se les va la olla.
En fin, es la modernidad y la globalización, y contra ellas no prevalece nada; ni siquiera la Iglesia católica española, especializada en prevalecer.
Sólo queda, pues, decirle adiós y agradecerle los servicios prestados. Porque durante varios siglos la Iglesia tuvo en España el monopolio de la educación y de sus aulas salió la clase dirigente más inculta, perezosa e incompetente del hemisferio occidental. Gracias a esto, este país no se ha visto libre de terribles episodios de violencia y de odio, pero sí de la perturbadora lucha de clases. La historia reciente de los países adelantados está presidida por la disconformidad de la clase trabajadora con la conducta del patrono y del Estado. Sin ir más lejos, estos días arde Francia por el supuesto incumplimiento de la función estabilizadora y justiciera del Gobierno.
Nada de esto ha sucedido en España, donde el pueblo llano a veces se ha irritado con los desplantes del señorito, pero nunca ha pedido responsabilidades a la clase dominante. Si hay crisis económica, se excusan y compadecen los desaciertos de la patronal, y del Estado sólo se espera un empleo fijo en el que encuentren acomodo la ineptitud y la holgazanería que una educación de sotana ha estampado en el genio de la raza o en los genes de la especie.
Por esto es de justicia que ahora, al verse amenazada, la Iglesia católica saque en protesta a la calle a dos millones de personas. O a 100.000, según si la persona que hizo el cómputo aprendió a sumar en un colegio de curas o en la escuela laica de su barrio.

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