Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

EL HOMBRE QUE RIE

Da pena tener que presenciar su tristísimo final. Una se queda con las ganas de que el jefe diga en algún momento “no, chicos, todo era una broma. Por supuesto, el hombre que ríe logró sobreponerse, consiguió escapar y se dedicó a buscar más villanos a los que enfrentarse. El último gesto del "hombre que ríe", antes de hundir su cara en el suelo ensangrentado, fue el de arrancarse la máscara. Ahí terminó el cuento, por supuesto. (Nunca habría de repetirse).
Pero bajo la máscara tiene que haber otra máscara...; y otra y otra, hasta encontrar el fondo del asunto, de lo absurdo, de ese siniestro que se nos muestra y nos soslaya y nos derrota.
La historia es bonita: el niño, los niños, los juegos, el conductor, foto de la chica, la chica. Los juegos. Pero no sé porqué, hay algo que s eme escapa y que me hace la historia tan siniestra como me parecen todas las historias de JDS últimamente, no sé que pasa. Aunque es seguro que el horror está en quien mira, no en lo mirado.
Las dos capas –o más- del cuento podrían separarse, para que ... pudiese existir sólo, pero así no sería más que pulp fiction; desde luego no algo digno del New Yorker.
Sigue Down at the dinghy. Elija su
camino:

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