Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

FALSO IMPOSTOR

Yo estoy vivo y vosotros estáis muertos, p. 209

Después del autocine fueron a un lavacoches y pasaron el coche por una batería de cepillos rotatorios y un túnel de espuma que retumbaba como un terremoto. Apenas la máquina se detenía, introducían más monedas. Todos pensaban que aquello era incluso mejor que el cine. Mientras, Phil, muy inspirado, continuaba con su monólogo, levantando la voz para hacerse oír en medio de la barahúnda:

-Esta historia de los simios me hace pensar en algo, ¿sabéis qué? Parece que no solo existen impostores, sino también falsos impostores. Vi a uno en la tele diciendo que él era un impostor famoso en todo el mundo. Se había hecho pasar por un gran cirujano de la Escuela de Medicina Johns Hopkins, por un físico de Harvard, por un novelista finlandés premiado con el Nobel de Literatura, por un depuesto presidente argentino casado con una estrella de cine ...

-¿Y nunca lo descubrieron?

-No, te he dicho que era un falso impostor. El tipo nunca suplantó a nadie. Trabajaba de barrendero en Disneylandia hasta el día en que leyó un artículo sobre un famoso impostor, y se dijo: «Mierda. Yo también podría hacerme pasar por todos esos tipos tan extraños y hacer lo mismo que ellos.” Pero luego lo meditó mejor y pensó: «¿Para qué hacerme tanta mala sangre? Lo único que haré será hacerme pasar por otro impostor.» Y con eso hizo una fortuna. Casi tan grande como la del auténtico impostor de fama mundial. Y quizá ahora hay gente que se hace pasar por él.

Un día a alguien se le ocurrió pintar de negro los cristales de todas las ventanas, de manera que así nadie se enteraría de si era de día o de noche.


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