Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

ENTROPIA NEGATIVA


Vida, la gran historia, JL Arsuaga, p. 108
Pero, entonces, ¿qué es la vida? ¿Dónde reside su complejidad?
Una manera de contestar a esta pregunta (o, mejor dicho, de aproximarnos a una respuesta satisfactoria que todavía no se ha encontrado del todo) es recurrir a la termodinámica, como hizo el físico Erwin Schrodinger en 1944 en su muy citado libro Qué es la vida. Este famoso físico (y Premio Nobel) hizo notar que una célula se enfrenta al temible segundo principio de la termodinámica, según el cual todo sistema completamente cerrado tiende inevitablemente al aumento de la entropía, es decir, se desliza hacia el estado de máximo desorden (o de mínima organización), que es el de equilibrio termodinámico o, si nos queremos poner dramáticos, de muerte.
Para que un animal viva es necesario que entre desde el exterior alimento, agua y oxígeno. Tiene que comer, beber y respirar. La vida está basada en el metabolismo, que, nos dice Schrodinger, significa en griego “cambio” y también «intercambio». Pero ¿qué es aquello que se intercambia y mantiene al organismo con vida?, se pregunta el mismo Schrodinger. Tradicionalmente se nos ha contado, recuerda Schrodinger, que el intercambio del ser vivo con el exterior es de materia y energía. Pero, en un organismo en estado estacionario (es decir, estable), ¿qué diferencia hay entre un átomo de dentro y uno de fuera, entre una caloría de dentro y una de fuera? ¿Por qué habría de intercambiar átomos y calorías con el exterior? La verdadera respuesta, dice Schrodinger, está en el segundo principio de la termodinámica. En efecto, para mantener constante el orden y la organización dentro del organismo, tiene que incrementarse la entropía (el desorden y la desorganización) fuera. Cualquier proceso o acontecimiento que ocurre en la naturaleza representa fatalmente un incremento de la entropía allí donde se produce. Un ser vivo está continuamente incrementando su entropía y, en consecuencia, tiende irremisiblemente hacia el estado de máxima entropía, que es la muerte. Para librarse de ella, todo el tiempo extrae del entorno orden. Así, mantiene su organización interna alimentándose de lo contrario de la entropía, comiendo lo que se podría llamar entropía negativa. O, puesto a la inversa, lo esencial del metabolismo es que el organismo intenta deshacerse constantemente de toda la entropía que no puede evitar producir mientras vive. La vida no viola las leyes de la física -las de la termodinámica, en este caso-, pero representa un caso muy especial.

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