Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

NIETZSCHE

De El día que Nietzsche lloró de Irvin D. Yalom. p. 287
NOTAS DEL DOCTOR BREUER
Observar una relación no es fácil cuando uno mismo forma parte de ella. Aun así, noto varias tendencias destacables.
Yo tenía una actitud crítica hacia Nietzsche, pero ya no la tengo. Por el contrario, ahora atesoro cada palabra que dice y, día tras día, me convenzo más de que puede ayudarme.

Antes pensaba que era yo quien podía ayudarlo a él. Ahora ya no lo creo. Tengo poco que ofrecerle. Es él quien lo tiene todo para ofrecérmelo a mí. Antes competía con él e ideaba trampas de ajedrez para él Ahora ya no lo hago. Su perspicacia es extraordinaria. Su intelecto alcanza alturas insospechadas. Lo miro como un polluelo mira a un halcón. ¿Lo reverencio demasiado? ¿Quiero que se eleve sobre mí? Quizás por eso no quiero oírle hablar. Quizá lo que no quiero es conocer su dolor,  su falibilidad. Antes pensaba en idear formas de «manejarlo». ¡Pero ya no es así! A menudo siento arrebatos de cariño hacia él Eso es un cambio. Con frecuencia comparo nuestra situación con la de Robert amaestrando a un gatito: «Apártate, déjale beber la leche. Más adelante podrás tocarlo». Hoy, a mitad de nuestra charla, otra imagen fugaz ha pasado por mi mente: dos gatitos atigrados, con las cabezas juntas, bebiendo leche del mismo cuenco.

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