Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

INCIPIT 336. LA HERMANA DE FREUD / GOCE SMILEVSKY

Tumbada en la oscura habitación, con los ojos cerrados, una anciana hurga en sus memorias más tempranas y encuentra allí tres recuerdos: cuando para ella muchas cosas de este mundo aún no tenían nombre, un chico le mostraba un objeto afilado, diciendo: "Cuchillo»; cuando todavía creía en los cuentos de hadas, una voz le susurraba la historia del ave que con el pico se abría el pecho y se arrancaba el corazón; cuando el tacto le decía más que las palabras, una mano se acercaba a su rostro, acariciándolo con una manzana. Aquel chico de sus recuerdos que la acaricia con una manzana, le susurra una historia y le enseña un cuchillo es su hermano Sigmund. La anciana que está recordando soy yo, Adolphine Freud.
-Adolphine -resonó en la oscuridad de la habitación-. ¿Duermes?
-No, estoy despierta -contesté. A mi lado, en la cama, estaba mi hermana Pauline.
-¿Qué hora es?
-Sobre la medianoche, supongo. Mi hermana se despertaba todas las noches e  nvariablemente, con idénticas palabras, refería la misma historia:
-Éste es el fin de Europa.
-Muchas veces se ha visto llegar el fin de Europa.
-Nos matarán como a perros.
-Ya lo sé.

-¿Y no te da miedo?

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