Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

MY GENERATION

De Dublinesca, de Vila-Matas, p.185-186
Desde un lugar donde no puede ser visto por ellos, observa con detenimiento y repentino asombro cómo dos pseudoamigos, o más bien conocidos de su generación, se disponen a bajar con gran solemnidad Rambla de Cataluña abajo. Sus ceremoniales movimientos no dejan lugar a muchas dudas: se hallan al inicio de un ritual que hace años practican. De hecho, hace cuarenta años ya los vio en este mismo lugar, disponiéndose para lo mismo. Se preparan para iniciar una conversación acerca, del mundo y de los avatares de sus vidas mientras descienden elegantemente Rambla abajo.
Repentino asombro, pero también una cierta envidia. Todos sus gestos y ese aire de estar amagando el inicio de un viejo ritual, le remiten a la idea de que para hablar del mundo disponen de todo el tiempo por delante. Y seguramente le han llamado la atención más de lo normal porque su lento ritual solemne contrasta con las prisas de toda la gente que les rodea. A su alrededor, no parece que haya nadie más que disponga de tiempo para pensar o simplemente para conversar sobre el mundo, sino más bien gente de paso apresurado y con el tiempo justo, gente con velocidad, pero sin pensamiento.
Les conoce. Son universitarios de su generación, de su clase social. Sabe que su coeficiente mental no es muy alto. Pero la solemnidad de sus gestos, sus buenas maneras —último eslabón de aquel tipo de catalanes a los que ha perdido siempre la estética— y el haber sabido conservar esa disponibilidad con respecto al tiempo hace que se quede petrificado. Parece incluso que vayan a pensar. Y ahora se da cuenta: son los genuinos representantes de su generación. Si se sintiera universitario, si se sintiera intelectual y barcelonés y no hubiera querido traicionar a su clase social, se reconocería inmediatamente en estos dos conocidos, que disponen de todo el tiempo por delante.
Es una lástima, pero ésa no es su generación. Siente envidia por el ritual que han conservado sus dos paisanos, pero también compasión, una honda, infinita compasión. Y lo lamenta mucho: una generación por la que siente envidia, pero a la que compadece, no quiere que sea su generación.

1 comentario:

Dr. Krapp dijo...

Un texto que tengo fresco y que pude visualizar cuando lo leí. Bajar por la Rambla de Cataluña entre bares, cafés, terrazas, hoteles. Allí arriba el Tibidabo y abajo el mar, es decir, la marea humana.

WIKIPEDIA

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