Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

INCIPIT 993. LA PRIMA RACHEL / DAPHNE DU MAURIER


Antiguamente ahorcaban a la gente en Four Turnings. Ahora ya no. Ahora los asesinos cumplen el castigo por su crimen en Bodmin, después de un juicio en Assizes. Es decir, si la ley los condena antes de que los mate su propia conciencia. Es mejor así, como una operación quirúrgica. Y entierran el cadáver como Dios manda, aunque en una tumba sin nombre. Cuando yo era pequeño no era así. Recuerdo que, siendo niño, vi a un hombre ahorcado en el  cruce de los cuatro caminos. Le habían untado la cara y el cuerpo con pez para que se conservara. No lo bajaron de allí hasta cinco semanas después, y yo lo vi la cuarta.Pendía de la horca entre el firmamento y la tierra o, como me dijo mi primo Ambrose, entre el Cielo y el Infierno. Al Cielo no llegaría nunca y el Infierno que conocía lo había perdido para siempre. Ambrose lo tocó con el bastón. Lo veo, ahora como aquel día, moviéndose con el viento como una veleta en un pivote oxidado, triste pelele de lo que había sido un hombre. La lluvia le había podrido los pantalones, si no el cuerpo, que colgaban de sus hinchadas piernas hechos jirones, como papel mojado. Era invierno y, para celebrarlo, algún gracioso le había puesto una ramita de acebo en la chaqueta. No sé por qué, pero, con siete años de edad, me pareció el colmo del ultraje, aunque no dije nada.

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