Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

INCIPIT 67. EL VIENTO LIGERO EN PARMA / ENRIQUE VILA-MATAS

Gombrowicz en seis horas y cuarto
"Yo no era nada, por lo tanto
podía permitírmelo todo"
Gombrowicz. Testamento
Ante todo, aclarar la forma ridícula en que surgió mi fascinación por la literatura de Gombrowicz. Surgió mucho antes de leerle. Nació exactamente de la visión de una fotografía que acompañaba a la entrevista que le hacían en el número uno de la revista española Quimera.

Gombrowicz posaba con una gorra, muy altivo en lo alto de lo que parecía un carruaje, en Tandil, Argentina. Tenía lo que yo entendía que había que tener, un arrogante rostro de persona inteligente. Aún no sabía que él había escrito: "Cuanto más inteligente se es, más estúpido".
Aún no sabía esto ni otras muchas cosas, pero me pareció intuir que en la entrevista Gombrowicz decía cosas geniales o enrevesadas. Las frases enrevesadas acabaron pareciéndome incluso mejores que las geniales. Quiero ser como él, pensé inmediatamente. No quería ser como Juan Benet o Sánchez Ferlosio. Quería ser un escritor no-español, y a ser posible raro y del país más extraño que encontrara. Y cuando fuera maduro, quería escribir sobre la inmadurez, como Gombrowicz, y tener un rostro tan orgulloso como él. Como digo, fue un amor a primera vista a través de una fotografía y de unas palabras dichas en una entrevista que leí apresuradamente. Un comienzo de enamoramiento algo ridículo. Claro está que es bien evidente que siempre por algo se empieza. Del mismo modo que —otra evidencia— el amor es ciego. De repente, todo lo de Gombrowicz empezó a parecerme fascinante. Pero la irradiación del encanto, durante mucho tiempo, provino sólo del espacio de

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