Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

HUMANISMO


Palabras del Egeo, Pedro Olalla, p. 282

Esa actitud, que ha cruzado los siglos cultivando estas viejas herencias y cosechando sobre terreno hostil humildes frutos, ha sido llamada, en ocasiones, actitud humanista. Fíjate bien ahora en lo que voy a decirte. Históricamente, hemos necesitado esa actitud para ir contra el dogma moral, y, así, hemos descubierto la ética; la hemos necesitado para ir contra el fundamento divino del poder, y, así, hemos inventado la política; la hemos necesitado para ir  contra el principio de la autoridad en el saber, y hemos inventado la ciencia; la hemos necesitado para ir contra la prepotencia de todos los relatos, y hemos definido la dignidad del individuo; la hemos necesitado para ir contra los administradores de la fe, y nos hemos abierto al misterio.

Y ahora, ahora que se han desmoronado, en parte, todas esas sólidas y opresivas certezas, seguimos necesitando de la actitud humanista para construir con fundamento y con honestidad en los vacíos que han dejado. Gracias a las conquistas de la ética, de la política, de la libertad y del conocimiento, los seres humanos somos ahora más poderosos que nunca; pero, también, más peligrosos que nunca. Nuestra capacidad de influir sobre la realidad crece de forma exponencial; pero, a la vez, crece, también, nuestro vacío ético, nuestro vacío existencial y nuestro pragmatismo. Para el hombre, Silvano, es cada vez más fácil jugar a ser Dios; y, por ello, necesitamos de la actitud humanista para ponernos límites, para que la responsabilidad crezca a la par de la capacidad de obrar, para alumbrar nuevos relatos sin erigir nuevas prisiones, para no desaparecer como víctimas de nuestras propias ficciones y delirios.


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