De Aire de Dylan, de Enrique Vila-Matas
Algunos días después. volviendo a evocar las dolorosas escenas de humillación de aquella tarde en casa de su madre. pensando en el carácter ya irreversible de aquellos hechos tan viles. entre los que destacaba la confesión de un asesinato. pero a los que había que añadir. por ejemplo. la insoportable imagen de los botes de pintura roja en el santuario profanado de su padre. Vilnius reflexionó acerca de la vida. En ella. en la famosa vida. Pensó, todo acaba pareciéndonos tan denigrante que tenemos la impresión de que no puede ser que sea todo verdadero. Y. sin embargo. todo aquello que hemos vivido creyendo que alucinábamos. pues parecía improbable tanta ignominia y degradación juntas. es precisamente lo que constituye el núcleo duro de nuestra única realidad. Vivimos para comprender que la vida repite siempre un mismo guión, traza siempre la misma historia: el relato incombustible de cómo somos educados para ir con el tiempo resignándonos a aceptar que todo eso que se sitúa por debajo de nuestra dignidad. todo eso que tanto nos horroriza, no es más que la única realidad que existe. lo único que la vida nos tenía reservado, el ingrato teatro de nuestro destino.
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