Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

DEL SUICIDIO CONSIDERADO COMO UNA DE LAS BELLAS ARTES

   De La señora Bovary (Alba), p. 240
, ¿Por qué no acabar de una vez? ¿Quién se lo impedía? Era libre y dio un paso adelante y miró los adoquines, diciéndose: -¡Venga! ¡Venga!

   El rayo de luz que llegaba, recto, desde abajo tiraba del peso cuerpo hacia el abismo. Le parecía que el sol de la plaza oscilaba y se alzaba por las paredes y que el extremo del suelo se inclinaba, como un barco que cabecea. Estaba al filo del todo, casi en el aire, rodeada de un anchuroso espacio. El azul del cielo se le metía dentro, el aire le circulaba por la cabeza vacía, bastaba con que cediera, con que se dejase atrapar; y el ronquido del tomo no cesaba, como una voz rabiosa que la llamase.
   -¡Mujer! ¡Mujer! -gritó Charles.
   Emma se quedó quieta.
   -¿Dónde estás? ¡Ven!
   Con la idea de que acaba de salvarse de la muerte estuvo a punto de desmayarse de terror: cerró los ojos; luego se sobresaltó al notar una mano en la manga: era Féicité.
   -El señor la está esperando, señora; la sopa está servida.
   ¡Y tuvo que bajar! ¡Tuvo que sentarse a la mesa!













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