Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

CONRADIANA

De El sueño del celta de Vargas Llosa, p.76-77

¿Qué lo había afectado tanto? ¿Descubrir que prácticas muy primitivas como la antropofagia tenían aún vigencia en algunas comunidades? ¿Que en las tribus y en los puestos comerciales todavía circulaban esclavos que cambiaban de amo por unos cuantos francos? ¿Que los supuestos libertadores sometían a los congoleses a formas todavía más crueles de opresión y servidumbre? ¿Lo había abrumado el espectáculo de las espaldas de los nativos rajadas por los chicotazos? ¿Que, por primera vez en su vida, vio a un blanco azotar a un negro hasta dejarle el cuerpo convertido en un crucigrama de heridas? No le pidió precisiones, pero, sin duda, el capitán de Le Roi des Beiges había sido testigo de cosas terribles, cuando acababa de renunciar a los tres años de contrato que tenía a fin de regresar cuanto antes a Inglaterra. Adems, le contó a Roger que en Leopoidville-Kinshasa, a su vuelta de Stanley Falis, tuvo una violenta disputa con el director de la Sociedad Anónima Belga para el Comercio con el Alto Congo, Camille Delcommune, a quien llamó «bárbaro con chaleco y sombrero». Ahora quería volver a la civilización, lo que para él quería decir Inglaterra.
—Has leído El corazón de las tinieblas? —preguntó Roger a Alice—. ¿Crees que es justa esa visión del ser humano?
—Supongo que no lo es —repuso la historiadora—. Lo discutimos mucho un martes, cuando apareció. Esa novela es una parábola según la cual Africa vuelve bárbaros a los civilizados europeos que van allá. Tu Informe sobre el Congo mostró lo contrario, más bien. Que fuimos los europeos los que llevamos allá las peores barbaries. Además, tú estuviste veinte años en el África sin volverte un salvaje. Incluso, volviste más civilizado de lo que eras cuando saliste de aquí creyendo en las virtudes del colonialismo y del Imperio.
—Conrad decía que, en el Congo, la corrupción moral del ser humano salía a la superficie. La de blancos y negros. A mí, El corazón de las tinieblas me desveló muchas veces. Yo creo que no describe el Congo, ni la realidad, ni la historia, sino el infierno. El Congo es un pretexto para expresar esa visión atroz que tienen ciertos católicos del mal absoluto.

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