Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

DE LA REVOLUCION

De Riña de gatos de Eduardo Mendoza, p.37-38
-Que estalle la revolución sólo es cuestión de tiempo. La mecha está encendida y nada la puede apagar ya. Voy a ser sincero con usted, señor Whítelands, yo no le tengo miedo a la revolución, No soy tan ciego que no vea la injusticia que ha imperado en España durante siglos. Mis privilegios de clase no me han impedido en varias ocasiones apoyar medidas reformistas, empezando por la reforma agraria. La gestión de mis fincas y el trato con los aparceros me han enseñado más en este sentido que todos los discursos, los informes y los debates de unos políticos de café, pasillo y ministerio. Creo posible una modernización de las relaciones de clase y del sistema económico que redundaría en beneficio del país en general y, en definitiva, en beneficio de todos los españoles, ricos o pobres. ¿De qué sirven las riquezas si la propia servidumbre está afilando el cuchillo que nos cortará el gaznate? Pero para la reforma es demasiado tarde. Por desidia, por incompetencia o por egoísmo, no ha habido entendimiento y a estas alturas una solución pacífica del conflicto dista de ser viable. Hace año y pico estalló una revolución comunista en Asturias. Fue sofocada, pero, mientras duró, se cometieron muchos desmanes, especialmente contra el clero. Las momias de las monjas fueron sacadas de sus sarcófagos y ultrajadas, el cadáver de uno de los muchos sacerdotes asesinados fue expuesto a la irrisión pública con un cartel que decía: se vende carne de cerdo. Estos actos no son propios de comunistas ni responden a ninguna ideología, señor Whitelands. Son simple salvajismo y sed de sangre. Luego intervino el Ejército y la Guardia Civil y la represión fue terrible. Hemos enloquecido y no hay más que hablar.

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