Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

INCIPIT 1.435. CONTRA LA CENSURA / COETZEE


Ofenderse

LA OFENSA

A principios de la década de 1990, en el discurso público sudafricano se produjo un cambio revelador. Los blancos, que durante siglos habían sido afablemente insensibles a lo que los negros pensaran de ellos o a cón10 los llamaran, e1npezaron a reaccionar con susceptibilidad e incluso con indignación ante la denominación “colono”. Una de las consignas de guerra del Congreso Panafricanista tocó una fibra particularmente sensible: «UN COLONO, UNA BALA». Los blancos señalaban la amenaza a sus vidas que contenía la palabra «bala», pero, según creo, era «colono» lo que suscitaba una perturbación más profunda. Los colonos, en el lenguaje de la Sudáfrica blanca, son los británicos que recibieron concesiones de tierras en Kenia y las Rodesias, personas que se negaron a echar raíces en África, que enviaban a sus hijos a formarse en el extranjero y que hablaban de Gran Bretaña corno “la patria”. Cuando entraron en acción los Mau Man, los colonos huyeron. Para los sudafricanos, tanto blancos como negros, un colono es alguien que está de paso, diga lo que diga el diccionario.

 Cuando los europeos llegaron al sur de África, se llamaron a sí mismos «cristianos», y a los indígenas «salvajes” o “paganos”. Posteriormente la díada «cristiano/pagano» se transformó y fue adoptando una serie de formas, entre ellas «civilizado/primnitivo», «europeo/nativo» y «blanco/no blanco».


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