Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

SECRETOS DE UN MATRIMONIO

Extinción, DF Wallace, p. 254
-Pero roncar no es el verdadero problema, ¿verdad, Randall?
-Pero si yo no he sugerido ni por un momento que fuera el verdadero problema.
-Después de todo, con fiebre del heno o sin ella, muchos hombres roncan.
-Y si yo fuera uno de ellos (queriendo decir alguien que “roncaba” incluso durante las estaciones en que la fiebre del heno no era un factor), las aceptarla (refiriéndome a las acusaciones de Hope) sin dudarlo.
-¿Por qué es tan importante para usted el hecho de roncar o no?
-De lo que se trata precisamente es de que no es importante en absoluto para mí. Eso es lo que digo precisamente. Si yo estuviera, de hecho, “roncando”, no tendría problema en admitirlo, asumir mi responsabilidad y dar cualesquiera pasos razonables a fin de resolver el supuesto problema.
-Me temo que sigo sin entenderlo. ¿Cómo puede usted estar seguro de si ronca o no? Si está usted roncando, por definición es que está usted dormido.
-Pero [intentando responder]...
-O sea, ¿cómo podemos saberlo?
-Pero [sintiéndome cada vez más frustrado llegado aquel punto] de eso precisamente se trata, y es que ya he intentado explicarlo aquí no sé cuántas veces ya: es precisamente cuando de hecho todavía no me he dormido cuando ella me acusa.
-¿Por qué se está irritando tanto? ¿Le va a usted la vida en esta cuestión de si ronca?

-Si me estoy “irritando”, como dice usted, es tal vez porque me siento fastidiado, impaciente o frustrado por esta clase de conversación. De lo que se trata precisamente es de que enfáticamente no me va la vida en el supuesto problema de los “ronquidos”. Se trata precisamente de que si yo efectivamente «roncara” lo admitiría sin problemas y me limitaría a ponerme de lado o incluso me ofrecería para ir a dormir a la cama de Audrey y no pensaría más en el asunto salvo por cierto arrepentimiento natural por haber trastornado o “comprometido” el descanso de Hope. Pero es que de hecho yo sé que hay que estar dormido para roncar, y también sé cuándo estoy realmente dormido y cuándo no, y que en lo que sí me va la vida es en negarme a aplacar la cólera de alguien que no solo está siendo irracional sino ciegamente testaruda y obtusa al acusarme de algo de lo que no puedo ser culpable si no estoy dormido cuando de hecho todavía no me he dormido, debido en gran parte a lo tenso y agotado que me deja para empezar todo este absurdo conflicto.

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