Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

JULIO DE 1830

El Sistema, Eduardo Menéndez Salmón, p. 248
Durante la Revolución de Julio de 1830, al atardecer del primer día de lucha, y en distintos lugares de París, la capital de la revuelta, grupos de trabajadores comenzaron a disparar a los relojes de las torres. Los obreros franceses disparaban al verdugo mecánico, al símbolo del patrón, al policía que regía sus vidas; décadas más tarde, sus hermanos de más allá del Cáucaso, los eslavos, los llegados de las fronteras bálticas, disparaban a la abstracción mayor, el relojero invisible, el legislador que disciplinaba sus horas desde la cuna hasta la tumba. Los revolucionarios son siempre románticos.
-¿A qué podríamos disparar hoy? -te oyes reflexionar en voz alta.
Alguien, no sabrías decir quién, interviene.
-Hoy todo es más sutil, Narrador.
¿Es eso cierto? ¿Es cierto que hoy, en ausencia de Dios y de los dioses, todo es más delicado, más complejo, más escurridizo?
-Así que sentenciar a Dios a muerte no fue un buen negocio.
-Al menos antes había un enemigo.

Los argumentos se agolpan en tu boca. Puedes sentir cómo la dialéctica arde en el paladar. Estás desencadenado.

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