Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

CON BENJAMIN

El Sistema, Eduardo Pérez Salmón, p.92
 Antes de ingresar en el escalafón de las Estaciones, el Narrador trabajó para la Boca. De ahí procede no sólo su pasión por el lenguaje, sino su familiaridad con las técnicas sistémicas. Los miembros de la Boca son lo más parecido a una casta sacerdotal que el Sistema ha desarrollado desde la implantación de su actual modelo. Habría que remontarse a los imperios de la Historia Antigua, como el sumerio, el babilonio o el egipcio, para descubrir de dónde procede el deseo de triturar cada documento generado por el cuerpo social, reducirlo a sus componentes últimos y clasificarlo como peligroso o indiferente.

Esta pasión hermenéutica evidencia un principio que el Sistema ha hecho suyo sin rubor: toda policía es policía del discurso. El discurso es el abecé de la singularidad humana, y lo es en un doble sentido. De un lado, el discurso es el reino de la libertad, el instrumento que libera las potencias, el lugar efectivo y eficaz donde la humanidad se plasma, evoluciona, progresa; del otro, todo discurso posee un aura oscura, pues por puro, alegre o salvador que sea su contenido, siempre habrá una inteligencia dispuesta a volver del revés su sentido. Todo discurso es, pues, revelador y a la vez culpable, ofrenda y dolo. La Boca es un gigantesco aparato de sospecha; la filología, un empeño bélico.
(En la iamgen, Memorial de WB Bou)

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