Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

DE LA SERIEDAD

Del prólogo de Vila-Matas a La hechizada de JA Barbey d’Aurevilly
Yo aquí veo que la levedad y el humorismo se entrelazan estrechamente en el mundo de Barbey y que por desgracia muchas de sus palabras -“La gravedad de su época, que a menudo le hace sonreír”- no han perdido la menor vigencia si de España se trata, pues me parece que, de entre todas las propuestas de Calvino, la de la levedad ha sido, de largo, la menos aceptada entre nosotros. Tal vez porque nuestra radical gravedad y seriedad la rechaza. Y sin embargo el Quijote, el menos celtibérico de nuestros libros, es puro juego de cabo a rabo. Pero si se exceptúa el más excepcional de nuestros libros, ¿qué más podemos oponer a la sustancial gravedad de nuestra apelmazada cultura? Torrente Ballester, que es el único escritor de su generación que se ha ocupado del libro de Calvino —los demás no se asoman, ni por casualidad, al próximo milenio—, se preguntaba no hace mucho si esa preferencia tan española por la gravedad obedece a una elección o a una limitación. Yo más bien diría que a lo segundo. Es muy posible que se trate de un grave defecto nacional. Me hace pensar en aquella máxima de Rochefoucauld que cita Laurence Sterne en su cervantino Tristram Shandy: “La seriedad es un continente misteriooso del cuerpo que sirve para ocultar los defectos de la mente”.

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