Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

JAMESIANA 20

Aunque podemos asociar el estilo de HJ con el empleo de la frase compleja y de largo alcance, uno de los puntos cruciales en la trama de Retrato de una dama acontece sin necesidad de palabras. Ocurre durante la famosa escena en la que Isabel Archer entra en su estudio de dibujo y encuentra a su marido, Gilbert Osmond, hablando con madame Merle. La postura y los gestos de ambos hacen comprender a Isabel que la “amistad” que los ha unido a ambos ha sido más íntima de lo que ella había imaginado. Y también nosotros comprendemos exactamente lo que está pensando, aunque no vivamos en una época en que, si un caballero está cómodamente sentado mientras una mujer permanece en pie, esta mujer sólo puede ser su madre, su hermana, su esposa o, en el caso de madame Merle, su amante y madre de su hijo.

Madame Merle estaba allí, con el sombrero puesto, y Osmond conversaba con ella; durante cosa de un minuto no se dieran cuenta de su presencia. No era la primera vez que Isabel veía una escena parecida, pero lo que jamás había visto, o cuando menos observado, era que su coloquio se hubiese convertido en una especie de silencio familiar, del que, como advirtió de inmediato, su entrada iba a sacarles con un sobresalto. Madame Merle estaba de pie en la alfombra, un poco apartada del fuego, mientras que Gilbert Osmond permanecía sentado en un sillón, con la cabeza apoyada en el respaldo y mirándola fijamente. Madame Merle tenía, como de costumbre, la cabeza erguida, pero bajaba los ojos para fijarlos en él. Lo que primero chocó a Isabel fue que madame Merle estuviese de pie y él sentado; había en eso una anomalía que la impresionó. Luego se percató de que en su intercambio de ideas habían llegado a un apausa espontánea y que estaban meditando frente a frente, con esa libertad de los viejos amigos que intercambian ideas sin necesidad de expresarlas verbalmente, No había en eso nada de que escandalizarse, ya que eran viejos amigos. Pero la escena se plasmó en una imagen que sólo duró un instante, como un súbito fogonazo. Sus posturas respectivas, su mirada mutuamente absorta, le dieron la sensación de haber detectado algo. Pero cuando empezaba a asumirlo, se acabó; madame Merle la había visto y saludado sin moverse de su sitio, en cambio su marido se había puesto en pie de un brinco.

Cómo lee un buen escritor, de Francine Prose, p. 234

No hay comentarios:

WIKIPEDIA

Todo el saber universal a tu alcance en mi enciclopedia mundial: Pinciopedia