FRANKIE BOYLE

 


Baumgartner, Paul Auster, p. 60

Frankie Boyle nunca llegó a las selvas de Vietnam. Cinco semanas después de alistarse sufrió un accidente durante un ejercicio de instrucción básica en Fort Dix cuando un lanzacohetes falló y le estalló en las manos. La explosión lo hizo pedazos, convirtiéndolo en una masa de fragmentos que salieron disparados y se esparcieron por el aire en todas direcciones antes de caer de nuevo a tierra. Cuando llegó la ambulancia en busca de los trozos dispersos, estuvieron más de dos horas sobre el terreno recogiendo restos de dedos de manos y pies, de brazos y piernas, junto con numerosas porciones de carne achicharrada y huesos rotos sin identificar, pero con el sol empezando a ponerse hacia el horizonte y la proximidad de la noche, dieron la  búsqueda por terminada. Pese a tales esfuerzos, el día que lo enterraron quedaba tan poco de Frankie Boyle que el contenido de su ataúd pesaba veintisiete kilos y medio.


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