ANGOLA


La hora violeta, Sergio del Molino, p. 71

Hoy, la gente de Saskatoon, simplemente, se aburre en su propia prosperidad blanca. Aprovechando la tradición campesina y ganadera del lugar, tienen una pequeña universidad que es líder en investigación agraria, pero no parece que esto despierte muchas pasiones. Tienen equipo de hockey, de fútbol y de béisbol, pero ninguno destaca por su vitrina de trofeos. También tienen sus cafés, sus garitos de conciertos y sus teatros, con su preceptiva escena cultural, pero de la lista de artistas, escritores y músicos oriundos del lugar ninguno parece haber descollado más allá de los límites provinciales. Toda la información de que dispongo de Saskatoon invita a pensar que la vida allí es cómoda, culta, sensata, recoleta y agradable, gracias al funcionamiento a plena potencia de los sistemas de calefacción. El frío no dejará mucho sitio para la extravagancia o la tragicomedia, pero tampoco para el drama. Apenas pasarán cosas dignas de un titular. Vivir en ese culo del mundo será un coñazo, y la única virtud de la que pueden envanecerse sus habitantes con respecto a otros culos del mundo es que su coñazo, al menos, es plácido, próspero e higiénico.

António Lobo Antunes escribió una novela titulada En el culo del mundo. Su culo se llamaba Angola. Angola durante la guerra de independencia. Lobo Antunes fue uno de esos  portugueses a quienes tocó ejercer de notarios del desplome del viejo imperio, y lo hizo en un libro inspirado en sus años de soldado. Es una novela llena de moscas, de negros crueles, de sargentos sádicos y de mujeres violadas. Es, también, una novela llena de soledades. Su título es tajante y sugiere que el culo del mundo está siempre lleno de mierda, pero yo no creo que eso sea irremediablemente así. El mundo tiene muchos culos y algunos están muy limpios.


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