HUMANISMO


Palabras del Egeo, Pedro Olalla, p. 282

Esa actitud, que ha cruzado los siglos cultivando estas viejas herencias y cosechando sobre terreno hostil humildes frutos, ha sido llamada, en ocasiones, actitud humanista. Fíjate bien ahora en lo que voy a decirte. Históricamente, hemos necesitado esa actitud para ir contra el dogma moral, y, así, hemos descubierto la ética; la hemos necesitado para ir contra el fundamento divino del poder, y, así, hemos inventado la política; la hemos necesitado para ir  contra el principio de la autoridad en el saber, y hemos inventado la ciencia; la hemos necesitado para ir contra la prepotencia de todos los relatos, y hemos definido la dignidad del individuo; la hemos necesitado para ir contra los administradores de la fe, y nos hemos abierto al misterio.

Y ahora, ahora que se han desmoronado, en parte, todas esas sólidas y opresivas certezas, seguimos necesitando de la actitud humanista para construir con fundamento y con honestidad en los vacíos que han dejado. Gracias a las conquistas de la ética, de la política, de la libertad y del conocimiento, los seres humanos somos ahora más poderosos que nunca; pero, también, más peligrosos que nunca. Nuestra capacidad de influir sobre la realidad crece de forma exponencial; pero, a la vez, crece, también, nuestro vacío ético, nuestro vacío existencial y nuestro pragmatismo. Para el hombre, Silvano, es cada vez más fácil jugar a ser Dios; y, por ello, necesitamos de la actitud humanista para ponernos límites, para que la responsabilidad crezca a la par de la capacidad de obrar, para alumbrar nuevos relatos sin erigir nuevas prisiones, para no desaparecer como víctimas de nuestras propias ficciones y delirios.


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